

DR. MIGUEL DOMÍNGUEZ LOYO
(Miguel Torcuato Domínguez Loyo)
(1904-1980)
ODONTOLOGO, HISTORIADOR, POLÍTICO, FUNCIONARIO Y DESTACADO BENEFACTOR DE ESTE PUEBLO.
Originario de Coscomatepec de Bravo, Veracruz. Nació en la casa No. 61 de la calle Nicolás Bravo el 22 de mayo de 1904. Sus padres fueron Miguel Domínguez y Domínguez y Leonila Loyo, descendiente de dos honorables familias: de los Domínguez con hombres como el coronel Honorato Domínguez, aguerrido luchador temido por los franceses durante la Segunda Intervención y por los conservadores durante la Guerra de Reforma; y de los Loyo, grandes luchadores por el bien común y considerados benefactores de este pueblo.
Después de cursar sus estudios en este lugar, se fue a estudiar a la ciudad de México. En 1924 egresó de la Escuela Nacional Preparatoria. Se graduó como Cirujano Dentista y poco después como Médico Cirujano en la Universidad Nacional, profesión que ejerció por más de veinte años. Ocupó varios cargos como servidor público desde donde promovió eventos y tareas culturales, así como proyectos, algunos de alcance nacional para apoyar desde donde estuviera a su pueblo natal. Representó a México en distintas reuniones internacionales. En 1940 fue comisionado para estudiar el Seguro Social en varios países de Sudamérica. Fue miembro distinguido de la Asociación Médica Mexicana y llegó a ser Presidente de la Asociación de Cirujanos Dentistas de la Universidad Nacional de México, miembro de la Academia Mexicana de Historia y Geografía, Presidente del Centro Veracruzano de Cultura y por varios años fue director de la Revista Veracruz, Presidente del Congreso Mexicano de Historia y permaneció como Presidente del Consejo Permanente y de Vigilancia de la misma Institución. Se mantuvo siempre cerca de Coscomatepec y del Estado de Veracruz por lo que, en una reunión solemne en 1975, fue designado por varios presidentes municipales Cronista Oficial de Coscomatepec y su Región. Perteneció a la generación de historiadores regionales que con sus aportaciones enriquecieron el conocimiento de la Historia de Veracruz, como Joaquín Meade, miembro de la Academia Mexicana de Historia; o como el Dr. José de J. Núñez y Domínguez, miembro de la Academia Nacional de Historia y Geografía. Historiador autodidacta, sus investigaciones están marcadas por el rigor científico con el que trata cada uno de los hechos históricos sustentados en la consulta de fuentes de primera mano, principalmente en su asidua búsqueda en el Archivo General de la Nación, en archivos estatales complementada con las investigaciones orales y a su amplio conocimiento de la región; con ello, se convirtió en uno de las máximos exponentes de la Micro-Historia, misma que permite la reconstrucción de la verdadera Historia de México. Fue autor de varias obras como:
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Coscomatepec de Bravo, apuntes para la Historia Veracruzana (1943)
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El Bachiller don Antonio Amez y Argüelles, Biografía (1950);
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¿Cómo salió del país el general Díaz al fracasar la Revolución de la Noria? (1947)
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El Batallón de Asturias y su comandante don Juan de Cándano (1964)
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Fernando J. Corona (1970);
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La Intervención y el Imperio en Veracruz (1982)
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Semblanza Coscomatepecana (1983)
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Investigaciones sobre Historia regional de Veracruz, Sonora, Sinaloa, Guanajuato, Durango, Guerrero, Baja California y Tlaxcala, además de la publicación de artículos varios en revistas históricas y diarios.
Entre sus opúsculos pueden citarse El Ex–Cantón de Córdoba (Síntesis Geográfico–Histórica) publicada en el número 4 de la Revista Veracruz, correspondiente a los meses de julio y agosto de 1948; Coscomatepec de Bravo (Síntesis Histórica) publicada en la revista antes citada; Pinceladas Veracruzanas, es otro opúsculo que constituye un estudio descriptivo de la región de Coscomatepec de Bravo, publicado en el número 44 de la Revista Jarocha de agosto de 1966. En la misma Revista Jarocha publicó Visión de Coscomatepec en los albores del Siglo XVII, Principales y Maceguales, su idiosincrasia, la posesión de la tierra y el mestizaje, El Sitio de Coscomatepec durante nuestra lucha de Emancipación Política, Derrota del 11 de Infantería en Jamapa durante la Guerra de Reforma, La Tradición de Coscomatepec, Presencia de Coscomatepec en los Inicios de la Intervención Napoleónica y en las postrimerías del Imperio.
En su tierra natal, fue un gran promotor y colaborador de muchas obras de beneficio social, entre las que destacan:
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La construcción de la carretera federal Fortín –Huatusco.
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Creador de un comité Pro-Turismo de Coscomatepec
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Promovió obras de electrificación.
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El asfaltado de las principales calles
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La entrada del servicio de autobuses.
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La fundación de la Escuela Primaria Fray Alonso de Santiago.
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La fundación de la Escuela Secundaria Técnica No. 39
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La fundación del Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario No. 99
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El mantenimiento de los Centros de Alfabetización.
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La terminación de la calle principal Bravo hasta el entronque con la carretera
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El arreglo del parque
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La fundación de la Biblioteca Fernando de Jesús Corona
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La distribución del agua potable a todos los sectores del pueblo
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La Iniciativa para el empedrado de la calle Juárez
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El arreglo del atrio de la iglesia y la plazuela
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El Monumento a Don Nicolás Bravo con una estatua obra del escultor Juan Fernando Olaguíbel y una plazuela diseñada por el arquitecto Vicente Mendiola (ambos diseñaron la escultura y la fuente de la Diana Cazadora y que hoy es uno de los más bellos monumentos en el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México)
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Al paso de la llama olímpica en 1968, logró que el fuego traído desde Atenas recorriera las principales calles de nuestra ciudad.
Murió el 27 de marzo de 1980 en su casa ubicada en la calle que actualmente lleva su nombre. Ya no alcanzó a ocupar el cargo para el cual había sido electo como Diputado Local en el Estado de Veracruz.
En la opinión de varios personajes podemos citar:
“… con monografías como la del doctor Domínguez, se construirá en lo futuro la verdadera Historia de México”: Dr. Gonzalo Aguirre Beltrán.
“Los capítulos de Coscomatepec de Bravo… abundan en datos de primera mano y en mil y una particularidades que, de no haber sido por él, yacerían aún en los legajos de empolvados archivos y bibliotecas…” “… Si todos los historiadores o los aficionados a esta clase de estudio imitaran al doctor Domínguez y se dieran a la tarea, siempre loable, de escribir la historia de las regiones nativas o de aquellas en que la residencia de muchos años les permite adentrarse en los secretos del pasado, la historia de México habría dado un paso formidable en el terreno de las investigaciones…” : Maestro José de Jesús Núñez y Domínguez.
“… a la memoria del doctor Miguel Domínguez Loyo, amigo y colaborador siempre recordado. Sus análisis y reflexiones sobre estos difíciles años en que las instituciones republicanas se vieron tan seriamente amenazadas ponen en relieve, una vez más, la grandeza veracruzana. La obra de Domínguez Loyo pasa a ocupar el distinguido lugar que le corresponde en nuestra historiografía.”: Lic. Miguel Alemán Valdez. Tomado del prólogo del libro, antes citado, La Intervención y el Imperio.
“… el Dr. Domínguez Loyo fue un mexicano excepcional, … su presencia física, desbordante siempre de entusiasmo vital, es necesaria para la tierra a la que entrañablemente quiso. Los pobladores de Coscomatepec de Bravo y los que somos de ahí, pero vivimos en otra parte, sentimos la orfandad de quien, como padre amoroso cuanto pudo y cuanto tuvo lo depositó generosamente en favor de la tierra serrana a la que cobija el Citlaltepetl.”: Lic. Carlos Domínguez Milián.


El Dr. Domínguez en un homenaje a Don Fernando de Jesús Corona y Arpide (1976)
De izquierda a derecha: en tercer lugar, el Lic. Ernesto Domínguez Milian; en sexto lugar, el Dr. Domínguez; en séptimo lugar el Sr. Carmelo Pérez Castro; y en octavo lugar, el Sr. Antonio Tamburrino Merino.


En la Biblioteca Pública “Fernando de Jesús Corona y Arpide (1968)
INFORMACIÓN TOMADA DE:
Los prólogos de las obras escritas por el biografiado.

LIC. JESÚS DOMÍNGUEZ ROSAS
(1902- 1985)
DISTINGUIDO PROFESOR, PEDAGOGO, ESCRITOR, FOLKLORISTA, DECLAMADOR Y
PROMOTOR DEL TURISMO EN COSCOMATEPEC.
Nació en Coscomatepec el 15 de febrero de 1902 y falleció el 17 de abril de 1985. Sus padres fueron Modesto Domínguez y Domínguez y Natalia Rosas. Sus primeros estudios los realizó en su tierra natal y posteriormente tuvo que emigrar, como muchos jóvenes en esa época, para continuar sus estudios y, finalmente obtener su título de maestro en la Benemérita Escuela Nacional de Maestros en el año de 1949; por cierto, que en esta última institución ocupó el cargo de subdirector.
Se distinguió por ser un excelente pedagogo, escritor y promotor de la cultura y tradiciones de este pueblo.
Como docente, se afanó siempre en lo que consideraba algo muy importante para la formación integral de las jóvenes generaciones: por un lado, el aprendizaje de los jóvenes basado la lectura, observación, experimentación y el análisis crítico de los contenidos; y por otro, el uso amplio y correcto del idioma.
Como coscomatepecano comprometido, formó parte del Comité Promotor de la pavimentación de la carretera Fortín- Huatusco -Conejos – Xalapa, encabezado por el Dr. Miguel Domínguez Loyo e integrado por la distinguida empresaria y publicista Rosario Patiño Domínguez y el caricaturista huatusqueño Ernesto García Cabral.
Como escritor, se esmeró en la creación de su obra mas conocida, Español Básico I, II y III para el aprendizaje de esta asignatura en las escuelas secundarias del país. Esta obra de gran utilidad y eficacia se distingue por la cuidadosa selección de contenidos diseñados de forma práctica muy acertados para su aplicación en la vida diaria.
Junto con el profesor Manuel Michaus, escribió “El Galano Arte de Leer” en cuyo prólogo nos comentan que uno de los caminos para iniciarse en la lectura literaria, es el de leer trozos o fragmentos de obras selectas de escritores destacados de la literatura hispanoamericana, así como de la literatura universal. Obra que constituye un excelente apoyo para el desarrollo de la expresión oral y escrita y que debiera seguirse utilizando en las aulas.
Por último, se encuentra una obra muy apreciada por los amantes de este pueblo: “El Encanto Apacible de mi Tierra Coscomatepec” donde, revela a propios y extraños, el amor que tiene por su pueblo. Leerlo, es deleitarse en la vida del pueblo a mediados del siglo XX. Su paisaje, sus personajes, anécdotas, costumbres y tradiciones contadas con el estilo singular del autor, no solo nos deleitan, sino que además nos hacen valorar nuestro patrimonio cultural. En el prólogo del libro, el profesor Manuel Michaus Marroquín lo describe así: “¡Qué reconcentrado amor por su solar nativo! ¡Qué apegado a su pueblo debe ser! Sería capaz de ir besando las piedras por donde anduvieron sus mayores. ¡Su tierra! Allí nació y allí quiere quedarse, confundido por ella, mirando con los ojos del alma la estrella de la tarde encendida como un diamante azul sobre el volcán…”
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VIAJERO SOY
Por Jesús Domínguez Rosas.
No puedo irme sin decir que soy inmensamente feliz en esta tierra de promisión: mis males físicos se menguan, se acrecienta mi riqueza espiritual, se acentúa mi tranquilidad, se apaciguan mis preocupaciones, se disminuyen mis inquietudes. Siempre soñé con tener una casa grande con las cosas que a mí me gustan; con tener un jardín lleno de plantas. Dentro de mi yo, y no sé qué misterios de la herencia han bullido en mí esos sueños que ahora he visto hechos una palpitante y autentica realidad, en cada amanecer la sorpresa de una nueva flor maravillosa y bella; la cambiante música del agua que arrulla; el viento suave que mueve las hojas, los pájaros que cruzan en rápido vuelo o que llegan a bañarse en la fuente.
Pienso ¡Con qué cosas tan pequeñas, para otros ojos intrascendentes, se puede tener tan delicada tela de la humana felicidad!
Por la noche el cielo azul tachonado de estrellas que cintilan ¡Cómo hacen elevar el espíritu y pensar en el Supremo Artista que elabora esos miles de prodigios que nos rodean, y que no advertimos!
¡Sólo bellos pensamientos inspiran la obra sublime del Creador que de una cosa tan sencilla hace un monumento de eternidad y de armonía!
Una rosa en un florero ¡Cuántas cosas sugiere!... ¡Cuántos bellos pensamientos nacen, se entrelazan Y despiertan esa emoción que sólo se siente ante la obra imperecedera del genio, del divino genio que se ha volcado en la tierra para crear ese paraíso que no vemos, que no sentimos, y que está en la gota de agua, en el ala de la mariposa, en el canto del jilguero, en la blancura de las madreselvas, en el aroma de un jazmín o en el perfume sutil de una azucena!
Me pierdo en la policromía de las dalias, me embeleso en la magnitud de los helechos, me asombro ante la hermosura de las camelias y los tulipanes.
¡Qué olor de tomillo y yerbabuena! ¡Qué fragancia de gardenias! ¡Qué matiz de bugambilas!
Imagino que la mano de mi madre está bendiciendo esta tierra que ella pisó; que su alma se desborda por estos contornos en que vivió y que desde el cielo se vuelca en esta orgía de aromas y de colores.
Un día me iré definitivamente; pero en mis alforjas llevaré este tesoro de cosas tan pequeñas e intrascendentes que por momentos llenaron mi vida de asombro y de una secreta delicia.
Mis maletas irán repletas de los cariños que llenaron mi vida, de los rostros que me sonrieron, de las palabras que me estimularon.
Lleno de inmensa gratitud abriré los labios para solamente decir:
¡GRACIAS, SEÑOR!
Agosto del 84.
INFORMACIÓN TOMADA DE:
- Revista Tetlalpan No.3 1987.
- Prólogos de las obras escritas del biografiado.

LIC. FERNANDO DE JESUS CORONA Y ARPIDE
(1818-1891)
LEGISLADOR, JURISTA, GOBERNANTE
REFORMADOR Y MAGISTRADO
Nació en Coscomatepec de Bravo, el 30 de mayo de 1818. Sus padres fueron Don Félix Corona y Doña María del Rosario Arpide. De su padre, se cuenta que formó parte de las gloriosas huestes del Generalísimo Morelos y que, en ocasión del Sitio de la población en 1813, fue enviado junto con numerosos surianos a reforzar las tropas de Don Nicolás Bravo. Don Fernando realizó su instrucción primaria en su población natal. Por decisión familiar debía estudiar la carrera de sacerdocio, por eso se marchó a la ciudad de Puebla para inscribirse en el Seminario Palafoxiano. Ahí cursó las materias de Latín, Filosofía y Física. Abandona el Seminario y se dedica por algún tiempo a la arriería, actividad que seguramente le permitió identificarse más aún con las necesidades de su pueblo y fortaleció sus arraigadas convicciones liberales.
Se dice que por intervención del Cura Amez y Argüelles (relevante insurgente durante el Sitio de 1813) logró reanudar sus estudios de abogado en el Seminario Palafoxiano de Puebla; al concluirlos, marchó a la ciudad de Córdoba para hacer su práctica profesional en el despacho del Lic. José María Jáuregui. El 18 de julio de 1844, después de un brillante examen profesional efectuado en la ciudad de Xalapa, obtuvo el título de Abogado de la República, recibiendo inmediatamente el puesto de asesor penal de este Distrito el 3 de mayo de 1845 en que se le nombró Juez de Primera Instancia. En 1850 contrajo matrimonio con la señorita Luz Mena, hermana del jurisconsulto cordobés Don José María Mena.
En 1851 fue electo Diputado Suplente de la H. Legislatura y, más tarde, desterrado a Papantla. Se incorporó al Colegio Nacional de Abogados de México, en 1854. Fungió como Vice Rector del Colegio Nacional de Xalapa en 1856, al mismo tiempo que fue llamado para integrar el Tribunal Superior de Justicia, designación que hizo el General Ignacio de la Llave. Cesó en este cargo, para desempeñar la fiscalía del mencionado Tribunal Superior, nombramiento que expidió Don Manuel Gutiérrez Zamora, quien, en agosto de 1857, lo designó Secretario Magistrado de éste, puesto que sirvió con notoria actividad y acierto en los años inmediatos, dejando seguramente su huella profesional en varias de las disposiciones legislativas, relativas a la Administración de Justicia. Para 1859 ya desempeñaba la Presidencia del Tribunal hasta el año de 1861, año en que por la muerte de Don Manuel Gutiérrez Zamora y en cumplimiento de lo preceptuado en la Constitución Política del Estado, promulgada en Veracruz en 1857, se convirtió por primera vez en Gobernador del Estado, el 21 marzo de 1861. Le tocó gobernar en una época difícil debido a la Guerra de Reforma y en que Veracruz reasumió su soberanía.
Durante los dos meses que duró la primera administración del Lic. Corona, la obra legislativa fue muy importante para las instituciones veracruzanas, dado que, por su promulgación, el Estado volvió al régimen federal. Se expidieron 29 leyes, entre ellas la Ley Orgánica Electoral, la de Conmutación de Penas Corporales en Pecuniarias, la de Seguridad Publica, el Reglamento Interior de la Legislatura, La Ley Penal y de Procedimientos y los Estatutos de la “Sociedad Amigos del País. Por decreto, se sustituyeron los tratamientos de Excelencia y Señoría por el de Ciudadano y, para los cuerpos colegiados, se asignó el de Honorable. Posteriormente se expidió la Ley Orgánica para la administración del Estado y el Reglamento para el Tribunal Superior de Justicia.
Durante la Intervención Francesa y el Imperio, el señor Licenciado Fernando de Jesús Corona se negó a servir al invasor y se fue a radicar a Córdoba.
Triunfa la República, vuelve Corona a intervenir en la vida política y administrativa del Estado y en noviembre de 1867 fue electo Presidente del Tribunal Superior de Justicia, razón por la que en enero de 1868 sustituye al Licenciado Francisco Hernández y Hernández, siendo ésta la segunda etapa en la que se convierte en Gobernador del Estado
La tercera vez que fungió como Gobernador del Estado, también por ministerio de Ley, fue en junio de 1870 en el puerto de Veracruz, periodo que se caracterizó por una intensa labor organizadora de los servicios administrativos. Durante el Gobierno de Don Francisco Landero y Coss, en 1873, fue designado por elección, para el cargo de Fiscal del Tribunal.
Salió del Estado para integrar la Suprema Corte de Justicia de la Nación y la Comisión Revisora de Códigos, durante los dos primeros períodos presidenciales del General Díaz. Regresó a Córdoba, donde falleció el 1 de junio de 1891.
Su obra, que ha traspasado los umbrales del tiempo, sirve como valioso ejemplo para las generaciones actuales. Él también a su manera, contribuyó a la Independencia de México al heredarnos unos Códigos basados en nuestra realidad, para evitar que nos siguiéramos rigiendo por leyes copiadas de España. Esos mismos Códigos llevan su nombre y condensan el espíritu de la Reforma.
Tomado de:
Domínguez Milián, Carlos. Fernando de Jesús Corona
Edit. Gobierno de Veracruz. 1968.

DR. RAFAEL MÁRQUEZ DEL VALLE
(1893-1973)
MEDICO Y DISTINGUIDO BENEFACTOR DE ESTE PUEBLO.
José Elodio Rafael Nació en Coscomatepec, Veracruz, el 22 de octubre de 1893. Sus padres fueron: Elodio Márquez Rodríguez y Filomena del Valle de Márquez. Su madre falleció cuando él tenía nueve años. Tuvo cuatro hermanos: Enrique, Francisco, y Teófilo.
Estudió la instrucción primaria con Don Francisco Becerra Diz y con el Profesor Joaquín Arévalo, realizó una parte de la Secundaria en Córdoba y la otra en el Seminario de Xalapa.
En 1908 se fue a estudiar a México y, en tanto conseguía una beca para estudiar, trabajó en una farmacia, hasta que el Dr. Casas, quien lo había animado para estudiar medicina, le avisó que ya tenía la beca para la Escuela Médico Militar. Sus restudios los realizó con mucho entusiasmo y se apoyó económicamente con lo que le pagaban sus compañeros cuando los sustituía en sus guardias en el hospital o también poniendo inyecciones.
Egresó del Colegio Militar en 1915 y junto con otros compañeros, se fue a la Revolución. A él le tocó salvarse; pero de los otros, no volvió a saber nada. Su labor consistió en apoyar a los heridos y a veces tenía que andar con dos camilleros entre las balas y, donde a veces salía lesionado como en el caso de la batalla de Zacatecas, en el cerro de la Bufa, pues al estallar una granada, se le incrustaron unas piedritas en espinilla de la pierna derecha, quedándosele ahí para siempre. También allí, en Zacatecas, le tocó ser Gobernador por unas horas. El doctor Márquez comentaba que, en el hospital, junto con otros médicos, tuvieron días en que amputaron entre piernas y brazos, como trescientos miembros, lo que le permitió obtener una gran habilidad para la cirugía.
A principios de 1916 regresó a Coscomatepec a ver a su familia y puso un Consultorio provisional en la calle de Lerdo y después se fue a Mazatlán, llamado por el Dr. Maxemín, que se hizo su amigo en la Revolución. Estando ahí, por parte de Salubridad, fue enviado a la Isla de Belvedere para atender una epidemia de viruela.
En octubre de 1916 llegó a Los Mochis, Sinaloa, junto con otros médicos, con la finalidad de estudiar una enfermedad que estaba azotando en los campos de trabajo. Para el 4 de noviembre de ese mismo año, fue nombrado director del servicio médico del Hospital de la compañía americana UNITED SUGAR COMPANY, dueña del Ingenio de ese lugar. Durante ese tiempo además del servicio a su cargo, combatió varias epidemias como la viruela negra, sarampión, coqueluche, parotiditis infecciosa, acentuándose estas enfermedades en los campos cañeros de la Compañía. Como estos campos tenían habitaciones de zacate y madera, consiguió el apoyo con el presidente de la Compañía para que se acondicionaran las casas y las hicieran de adobe, con puertas y ventanas con tela de alambre. Como el paludismo hizo estragos en los trabajadores y campesinos, consiguió que se secaran los pantanos y se dotó a los trabajadores de pabellones de tarlatana. También logró la clausura de los principales canales que atravesaban la ciudad de Los Mochis. Después de dos años, renunció a la compañía y puso su consultorio particular.
Con fecha primero de mayo de 1918, fue nombrado por el Presidente de la República, Dn. Venustiano Carranza, Médico Delegado y Presidente de la Junta de Sanidad Local del Puerto de Topolobampo, Sin. Presidió una comisión, encargada por el Consejo Superior de Salubridad, para estudiar una fiebre que le decían manchada, en la serranía de los municipios, del Fuerte y Choix, Sin., limitando ya con la sierra de Chihuahua. Además de los estudios de laboratorio y combate a las enfermedades, impartió pláticas, insistiendo sobre los estragos del alcoholismo, enfermedades venéreas, especialmente profilaxis, prevención y tratamiento del paludismo, así como para el control y combate de las plagas.
En 1922, por instrucciones del Consejo de Salubridad, asistió a la primera Convención de Delegados Sanitarios, durante una semana, en el antiguo edificio del Consejo en el Paseo de la Reforma, donde nació la iniciativa de fusionar los Servicios Sanitarios de la Federación y de los Estados, con el nombre de Servicios Sanitarios Coordinados, fusión que se hizo años más tarde.
En septiembre de 1920 contrajo matrimonio con Carlota Borboa, originaria de ese lugar.
En 1925 y después de estar algún tiempo en Estados Unidos de Norteamérica, tomó posesión como Presidente Municipal de Ahome, cargo que obtuvo después de ser postulado por su partido color verde llamado “del Huarache” y ganó gracias al apoyo de mucha gente que lo conocía por su labor. Hizo muchas mejoras en todo el Municipio como dispensarios, cárceles etc. Con la cooperación de los habitantes, construyó la Escuela de Los Mochis, Sin. Realizó la reparación y pavimentación de las calles, se construyó el camino que une a la ciudad de Los Mochis con Ahome que en ese entonces era la cabecera del municipio. También se mejoró el servicio de agua potable en la ciudad de Los Mochis, perfeccionando su abastecimiento y distribución. Llevó a cabo la pavimentación de la plazuela de la cabecera. Durante todo el tiempo que permaneció en Los Mochis, Topolobampo y Ahome, ejerció su profesión en forma ininterrumpida. Al terminar el periodo de Presidente Municipal, jugó para Diputado al Congreso Local en 1926 y en septiembre de este año, tomó posesión en la Cámara de Diputados con sede en Culiacán, Sinaloa. En esa época, se hizo amigo de General Álvaro Obregón y cuando empezó su campaña electoral para reelegirse para Presidente de la República, lo nombró Presidente del Partido Obregonista en todo el Estado. En 1928, Obregón lo postula para contender para Diputado al Congreso de la Unión y teniendo su credencial, no entró a la Cámara debido a la asonada que hubo cuando mataron al Gral. Obregón. En el año de 1930 ejerció la medicina en la ciudad de México, D.F., en la Ave. 5 de Mayo # 61 y después trasladó su Consultorio a Coscomatepec, Veracruz, donde también, en forma por demás eficiente e ininterrumpida, ejerció su profesión. Sirvió aquí en varias ocasiones al puesto de Médico Municipal, y el de Perito Médico Legista. También fungió como Médico Municipal y Perito Legista adscrito a la Agencia del Ministerio Público Municipal. Fue nombrado por la Junta de Reclutamiento y Defensa Civil, jefe de organización de los servicios Médicos haciendo el reconocimiento de los conscriptos por algún tiempo, no obstante que había rebasado y con mucho, la edad reglamentaria. Durante un tiempo alternó su labor como médico con la siembra de café y la cría de ganado.
También fue presidente de algunos Comités Pro-Calle donde controló las obras de empedrados, atarjeas, entubamientos de aguas negras, todo con fondos proporcionados por los vecinos:
Primera: En la calle Guillermo Prieto, se empezaron los trabajos el día 10 de julio y fueron entregados ya terminados el día 23 de agosto de 1943.
Segunda: Como Presidente del Comité Pro-Calle Vicente Guerrero, controló las obras empezadas el 4 de agosto de 1943 y se entregaron al H. Ayuntamiento el día 26 de octubre del mismo año.
Tercera: Como Presidente del Comité Pro-Calle Benito Juárez, se realizaron las obras de saneamiento, entubándose las aguas negras en una extensión de 534.01 metros pues anteriormente dichas aguas corrían sobre la superficie. Se inició la obra el 12 de Julio de 1943 y se terminó tres meses después.
Cuarta: En las calles de López Rayón y Allende, principió la obra el día 15 de agosto de 1944 y fueron terminados los trabajos el día 6 de febrero de 1945.
Quinta: En la calle Josefa Ortiz de Domínguez, empezaron los trabajos el día 9 de febrero de 1945 y se entregaron al H Ayuntamiento el día 20 de Julio del mismo año.
Después aceptó ser Presidente de la Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material formada por dos Comités uno de Señores y otro de Damas de la manera siguiente:
COMITÉ DE SEÑORES:
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Presidente: Dr. Rafael. Márquez del Valle
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Secretario: Sr. Enrique Domínguez y Domínguez.
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Tesorero: Sr. Don Rafael Mendoza J.
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Pro-secretario: Prof. D. Luis Carrión Loyo.
Vocales:
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Sr. Don Jesús Pineda
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Sr. Don José Rodríguez Tapia
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Sr. Don José Meré
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Sr. Don Teófilo Márquez del Valle.
COMITÉ DE DAMAS.
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Presidenta: Sra. Lelia de Rodríguez Tapia.
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Secretaria: Srita. María Heredia Solís.
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Vice-Presidenta: Sra. Carlota Borboa de Márquez.
Vocales:
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Srita. Luz Bretón Loyo.
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Srita. Carmen Balderas G.
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Srita. Juana la. Balderas G.
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Srita. Guadalupe Aguilar.
Todos ellos, bajo el liderazgo del Doctor Márquez, se dedicaron a realizar colectas visitando comerciantes y vecinos del pueblo, organizaron bailes, romerías, torneo de gallos, concursos hípicos, venta de moñitos, venta de antojitos, presentaciones de obras de teatro etc.
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Realizaron varias obras entre ellas la construcción del edifico 4 de Octubre de la Escuela Nicolás Bravo, mismo que se inauguró el cinco de abril de 1942. El Maestro de Obras fue Don Marcos Sánchez. En varias aulas se colocaron placas con los nombres de personas que, por gratitud y respeto lo merecieron, correspondiendo la primera al Sr. Gobernador Don. Jorge Serdán, la segunda a Fray Alonso de Santiago, la tercera al Prof. Joaquín Arévalo F. la cuarta al Sr. José María Mendoza H.
Fue muy satisfactorio para todos los miembros de la Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material, así como lo sería para el Gobierno del Estado, para el H. Ayuntamiento y demás personas que prestaron su cooperación, ver terminada la Escuela Nicolás Bravo. Con esto, se trajeron más maestros y así los niños pudieron cursar su Instrucción Primaria completa, pues antes solo llegaban al cuarto año.
Posterior a esta obra, se formó la Junta Pro-Manantial de Agua Potable, con las mismas personas y el doctor nuevamente fue nombrado Presidente de la Junta.
Para adquirir los fondos necesarios, se trabajó de la misma manera: romerías, bailes etc., y todos como siempre, bondadosamente prestaron su cooperación. Cuando quedaron terminadas las obras de captación de agua rindió un informe al C. Gobernador, al H. Ayuntamiento y al pueblo en general. Las obras se inauguraron el 24 de agosto de 1947. Todo el festejo fue en el manantial del agua, con una comida donde hubo barbacoa de borrego, arroz, enchiladas de mole, frijoles, acompañada de refrescos. Fue un día sin lluvia y sin frío.
Los desfiles con que se celebraban el 16 de septiembre o el 4 de octubre, durante sus años de trabajo, las organizaba visitando casa por casa, pidiendo el permiso para que las señoritas desfilaran y también para que asistieran a los bailes, porque en ese tiempo los padres eran muy estrictos. Adornaban los desfiles los charros y chinas poblanas, carros alegóricos, tablas calisténicas y pirámides que formaban los jóvenes.
La extinta Junta de Mejoramiento Moral, Cívica y Material volvió a formarse durante los últimos días de diciembre de 1948 a petición del C. Presidente Municipal Cruz Jiménez quien rogó a los componentes de aquélla, aceptaran nuevamente los nombramientos para integrarla, ofreciéndoles todo su apoyo y respaldo. Reunidos todos estos elementos y considerando la necesidad urgente de ampliar la Escuela Nicolás Bravo, puesto que la población escolar había aumentado y con ello la urgencia de varios salones, accedieron a la invitación, quedado formada la nueva Junta como sigue:
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Presidente: Dr. Rafael Márquez del Valle.
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Secretario: Enrique Domínguez y Domínguez
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Tesorero: Rafael Mendoza.
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Pro- secretario: Prof. Luis Carrión Loyo.
Vocales:
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Don Jesús Pineda
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Don Teófilo Márquez del Valle.
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Don Luis Rodríguez.
Recibieron con gusto la designación que la Autoridad Municipal les hiciera y refrendara el C. Gobernador del Estado con los nombramientos que les expidieran.
Para emprender la obra citada, se requerían fondos para las primeras erogaciones y se procedió como antes, a organizar eventos y colectar fondos en el comercio y demás personas que siempre ayudaron. Una buena parte de la obra fue financiada por el C. Gobernador Lic. Don Ángel Carvajal. Terminada la obra y al efecto se puso a la primera aula la placa con el nombre del C. Gobernador del Estado, Sr. Lic. Don. Ángel Carvajal, la segunda se dedicó al Ilustre Benemérito de las Américas Lic. D. Benito Juárez, la otra al Club Femenil Orquídea y una más al Lic. Marco Antonio Muñoz.
Por la construcción de los salones se hizo indispensable bajar 35 centímetros el piso de la cancha y ya para terminar las obras de la Escuela se acordó construir una barda por el Oriente para independizar el patio de las propiedades colindantes, además de mejorar el servicio de agua potable, reparación de sanitarios y la aplicación de pintura en todo el edificio.
En una segunda intervención en las obras del manantial y debido a que comenzó a escasear el agua debido a las excavaciones que el río hacia al muro exterior de los vasos, construyeron un muro de 13 metros y que fue terminado en abril de 1950.
Al retirarse de sus labores altruistas, debido a que comenzó a sentir los estragos de la diabetes, dejó pendientes algunos proyectos de los cuales había hecho gestiones ante el gobierno del estado; entre estos estaban los planos para la reconstrucción del Palacio Municipal, un Mercado y la pavimentación de las dos principales calles, así como el drenaje que faltaba a la población.
El Doctor Márquez fue un buen hijo, buen hermano, buen esposo, padre de Sergio quien también fue médico y trabajó en la ciudad de México, en la Clínica del Banco Nacional de México, y de Victoria Eugenia, quien fue educadora en el Jardín de Niños "Rosaura Zapata" de este lugar. Para su esposa fue médico ejemplar, comenta que, en una ocasión, cuando le trajeron un herido con la mano casi desbaratada, le dijo a ella " Si esta mano se cortara, en un momento terminaría con ella, pero prefiero amanecerme reconstruyéndola, que cortarla, porque con esta mano este hombre trabaja para su sustento y de su familia y después de esto, también el que lo hirió, tendría más castigo si le faltara le mano, y hay que favorecer a unos y a otros”.
Murió el 24 de marzo de 1973
TOMADO DE:
Documento escrito por su esposa
la Sra. Carlota Borboa de Márquez.





MARÍA ROSARIO PATIÑO DOMÍNGUEZ
(1904-1988)
(PUBLICISTA, EMPRESARIA Y BENEFACTORA DE ESTE PUEBLO)
Nació en Coscomatepec el 11 de septiembre de 1904, en la casa ubicada en la calle Benito Juárez esquina con Miguel Domínguez Loyo, donde actualmente se encuentra “La Posada del Emperador”. Esposa de Francisco Gabilondo Soler “Cri Cri”, fue “la mujer detrás del genio musical que lo motivó y representó por más de 50 años, la Mamá Patito de sus sueños, la Charito querida o Prietita linda” como el Grillito Cantor le llamaba en sus cartas. Descendiente del primer presidente de México Guadalupe Victoria, nieta del Coronel Honorato Domínguez e hija del Dr. Lorenzo Patiño y Rosario Domínguez Fernández; tuvo 3 hermanos: Lorenzo, Carlos y Rosita.
Sus padres murieron en medio de la revuelta revolucionaria de 1910 quedando bajo el cuidado de sus padrinos y parientes de origen húngaro, la familia del Conde Don Víctor De Jarmy y Doña Miguelina Loyo Domínguez, quienes vivían en Coscomatepec y después se fueron a radicar a Orizaba. Fue en ese lugar donde conoció al que más adelante sería su esposo.
A los 22 años contrajo matrimonio con Francisco Gabilondo Soler, con quien procreó dos hijos, Diana y Jorge.
En 1932, cuando la radiodifusora XEW tenía apenas dos años al aire, Rosario, quien ya era reconocida por su trabajo en la compañía La Campana, se convirtió en secretaria ejecutiva de ventas y, posteriormente, responsable comercial de esa importante empresa. Después de dos años, se ganó la confianza de los altos ejecutivos de la radiodifusora (sobre todo de Emilio Azcarraga Vidaurreta) y les presentó a su esposo, Francisco Gabilondo Soler con la finalidad de dar a conocer sus canciones. A partir de ese momento, inicia esa bella etapa donde, a través de la radio, los niños se transportaban con su imaginación a vivir cada día una nueva creación del Grillito Cantor.
Comenzó entonces la labor de Rosario para asegurar la publicidad que financiara el programa que alcanzó a traspasar las fronteras de nuestro país y llegar a todos esos lugares donde se escuchaba “La Voz de la América Latina desde México”.
A partir de 1935, viajó por toda la república, trabajando en la venta de publicidad de la XEW, donde permaneció hasta 1962 para posteriormente dedicarse a su propia agencia de publicidad, a la producción de teatro y, adicionalmente, como medio publicitario de las compañías teatrales.
Además de impulsar la carrera artística de Gabilondo Soler, apoyó a varios artistas como José Alfredo Jiménez y Marco Antonio Muñiz (quien se inició como su secretario en la XEW), entre muchos otros.
Participó como parte del Comité Promotor de la pavimentación de la carretera Fortín- Huatusco -Conejos – Xalapa, encabezado por el Dr. Miguel Domínguez Loyo e integrado por el Profr. Jesús Domínguez Rosas y el caricaturista huatusqueño Ernesto García Cabral
Frecuentemente visitaba, en compañía de su esposo, a sus familiares y amigos en Coscomatepec, donde realizaban amenas e inolvidables tertulias.
Bella mujer, inteligente y emprendedora que se adelantó a su tiempo convirtiéndose en una de las primeras grandes empresarias de la publicidad en México. Falleció el 14 de julio de 1988.
TOMADO DE:
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Australia Gerardo. FRANCISCO GABILONDO SOLER. Su obra y sus pasiones; una herencia para México. Primera edición, 2015.
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Enciclopedia Municipal Veracruzana editada por el Gobierno del Estado de Veracruz en 1998.
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Datos y fotos proporcionados por su nieto Francisco Gabilondo Vizcaíno.


Foto con su esposo Gabilondo Soler Cri-Cri

CAMERINO VÁZQUEZ GARCÍA.
(1894-1979)
MÚSICO
Don Camerino, nació en Coscomatepec un 7 de octubre de 1894, hijo de Don Librado Vázquez Loyo y Doña María García de Vázquez.
DON CAMERINO VÁZQUEZ GARCÍA dirigió durante cuarenta y ocho años la Banda Municipal del Puerto de Veracruz dando a varias generaciones el placer de deleitarse, y ha contribuido al florecimiento de una ciudad, musicalmente hablando. La música se la enseño su padre a los trece años, en el año de 1906; a esa edad ya formaba parte de una banda de música infantil.
Muy jovencito emigró al Puerto de Veracruz y fue dado de alta como músico de primera el 25 de mayo de 1921 en la Banda de Música del Apostadero Naval y la Armada Nacional lo ascendió a Cabo de Primera con fecha 5 de diciembre de 1923. Al estallar la Rebelión Delahuertista, quedó disuelta dicha banda naval y don Camerino quedó liquidado y dado de baja de la Armada.
En 1924 formó un conjunto orquestal que llegó a ocupar uno de los primeros. lugares de las orquestas del Puerto. En 1929 enseñó solfeo a un grupo de Socios de la Unión de Estibadores, el cual fue solicitado por el Ayuntamiento de Veracruz para festivales y audiciones. Este mismo conjunto en 1933 pasó a depender directamente del Ayuntamiento que presidía el coronel Francisco Mayer, y conformada como Banda Municipal en 1934, cuyo Ayuntamiento lo encabezaba el señor Santos Pérez.
Destacó como un músico admirable, recibiendo infinidad de homenajes como el que le brindó el Instituto Mexicano Cubano de Relaciones Culturales José Martí, como justo reconocimiento al distinguido Maestro y Compositor, por su meritoria actuación frente a la Banda Municipal en ocasión de cumplir cuarenta y cinco años como Director de la misma. Él se encargó de promover el danzón traído al Puerto de Veracruz por los inmigrantes cubanos, quienes iniciaron las primeras danzoneras, después, Don Camerino se encargó de continuar con este baile gestionando ante las autoridades municipales, que los jueves y los sábados, por la tarde, se le permitiera tocar danzón en el zócalo, una tradición que aún perdura.
Sin ninguna interrupción hasta su fallecimiento, don CAMERINO VÁZQUEZ GARCÍA fue el Director de la Banda Municipal del Puerto de Veracruz, prestando sus servicios con todos los Ayuntamientos de aquel entonces. Don Camerino guardaba todos los comprobantes de las órdenes giradas por los presidentes municipales con los que había trabajado, acreditando con eso, su fiel cumplimiento, así como la capacidad en el desempeño de su cometido que consistió principalmente en participar en los actos cívicos, desfiles y en las tardes de danzón. Es digno de admiración, y por su perseverancia, constancia y actuación debe servir de ejemplo a las generaciones venideras, a la niñez y a la juventud.
En algunas de sus visitas a su tierra natal, le tocó amenizar un elegante baile conocido como "BAILE DE LOS NARDOS", así como participar en un desfile cívico del 4 de octubre. En esa fecha dejó como un legado valioso a nuestro pueblo, la partitura del Himno a Nicolás Bravo para Orquesta, la que entregó a autoridades municipales ignorándose hasta la fecha su paradero. Realizó varias composiciones como la música del Himno a la Superación Ciudadana y un Himno a Veracruz (Puerto) ambos con letra de Arturo Llorente del Toro. En la década de los años setenta, ganó un concurso de música en la ciudad de Córdoba, Veracruz.
Don Camerino puso su amor y dedicación en la música. Como ciudadano, cumplió fielmente con su deber.
Dejó de existir un 5 de marzo de 1979 y en su funeral, a petición de él, se tocaron dos piezas de su autoría: la Marcha “México” y el Vals “Paginas de mi vida”.
Seguramente será recordado por muchas generaciones de músicos porteños y por aquellos que disfrutaron de las tardes de danzón en el zócalo.
TOMADO DE:
Biografía de Camerino Vásquez García escrita por Emelia Jiménez Vásquez publicada en el Periódico “Ecos de Coscomatepec”.
Datos y fotografías proporcionados Sra. Inés Santillán, nuera de Don Camerino Vásquez y por su nieta Mónica Vázquez.


Desfile en Veracruz. Don Camerino Vásquez al frente de su banda de música.


Foto: Orquesta típica de Don Camerino Vásquez


Desfile del 1 de mayo. A la derecha su hijo Ady Vásquez quien fue integrante de la Sonora Veracruz.

LIC. CARLOS DE JESÚS DOMÍNGUEZ MILIAN
(1938-2009)
ABOGADO, HISTORIADOR Y POLITÍCO
Nació el 22 de marzo de 1938 en la H. Ciudad de Coscomatepec de Bravo, donde cursó su educación primaria. Sus padres fueron don Félix Domínguez Corona (sobrino nieto del ilustre jurisconsulto don Fernando de Jesús Corona y Arpide) y doña Rufina Milian Rodríguez. Estudio la secundaria en la ciudad de Córdoba y el bachillerato en la ciudad de Orizaba. Egresado de la Universidad Veracruzana como Licenciado en Historia y Licenciado en Derecho en la ciudad de Xalapa, Veracruz; lugar donde vivió casi toda su vida y desempeñó diferentes cargos públicos distinguiéndose por su labor en bien de los demás:
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Dirigente de la Federación Estudiantil Veracruzana.
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Cofundador, junto con otros ilustres compañeros, del MOCEV, lugar donde se apoyaba con hospedaje y alimentación a estudiantes de bajos recursos.
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Ayudante de investigación del Seminario de Historia de la UV
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Cofundador de la Escuela de Bachilleres "Artículo 3° Constitucional”. 1963.
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Fundador de la Escuela de Bachilleres “Constitución de 1917”. 1980.
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Maestro de la Benemérita Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen".
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Maestro de la Escuela Secundaria Vespertina “Antonio María de Rivera”
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Maestro de la Facultad de Historia de la Universidad Veracruzana.
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Investigador del Instituto de Antropología e Historia.
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Oficial mayor del Partido Revolucionario Institucional (1970).
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Presidente Municipal de Xalapa (1973 -1976).
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Director general de Enseñanza Media del Estado de Veracruz.
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Diputado Local por el Distrito de Xalapa (1977-1980) donde es nombrado presidente de la Quincuagésima Primera Legislatura.
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Director de la Escuela de Bachilleres "Artículo 3° Constitucional”.
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Asesor de la Universidad Pedagógica Veracruzana.
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Responsable de la Biblioteca Histórica. “Librado Basilio” del Colegio Preparatorio de Xalapa.
Se casó con la Licenciada María de los Ángeles Cruz Soto con quien procreó a sus tres hijos Flor de María, Carlos y Fernando José.
Conferencista y autor de varios ensayos entre los que destacan:
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Tuxpan. Capital provisional del primer Gobierno Constitucionalista. 1964.
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Fernando de Jesús Corona. Jurisconsulto y Codificador. 1968.
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Nacimiento del Estado de Veracruz. 1997.
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Informes de la Diputación Permanente. (1977-1980)
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Prologo. Semblanza Coscomatepecana. Miguel Domínguez Loyo. 1983.
Considerado un Hijo Predilecto de esta tierra, Coscomatepec, en el Fraccionamiento Ensueño de la ciudad de Xalapa, una calle lleva su nombre. Falleció el 6 de diciembre de 2009.
TOMADO DE:
-Domínguez Milián Carlos. Nacimiento del Estado de Veracruz. Ediciones Culturales Veracruzanas. 1997.
-Datos complementarios y fotografía proporcionados por su hija Flor de María Domínguez Cruz.


IGNACIO LOYO RODRÍGUEZ
(1875)
HÉROE Y BENEFACTOR
Don Ignacio Loyo Rodríguez nació en Coscomatepec y fue el hijo mayor de Don Antonio Loyo Muñoz y de Doña Guadalupe Rodríguez Caramon también originarios de Coscomatepec. Sus hermanos fueron Vicente, María Micaela de la Concepción, José Miguel de Jesús, José Hilarión, José María Justo, Miguel, María Eufemia Josefa, José Antonio Juvencio y José Esteban Pedro. Se casó en 1868 con María Concepción Gómez.
Durante la Intervención y el Imperio en México, junto con su hermano Vicente, fueron miembros de la guardia nacional de la que don Ignacio era comandante con una notable participación por la defensa de la soberanía mexicana.
Ocupó el cargo de alcalde y, durante su periodo de gobierno, realizó una serie de importantes obras en beneficio de la población.
La familia Loyo Rodríguez era propietaria de una considerable extensión de terreno dentro del poblado y lugares aledaños.
Don Ignacio como hombre visionario, con el apoyo de su familia, donó una parte de ese patrimonio para edificar el Palacio Municipal y el Parque al que llamó "Plaza de Armas". También donó el terreno para el panteón y mandó a construir las bardas y el portón. Estas y otras obras quedaron documentadas en el escrito histórico realizado por el sacerdote coscomatepecano Santiago Morales en 1874 quien menciona que dos años antes, en una elección verdaderamente popular, fue electo y que, en lo menos que pensaba, era en agravar la situación que el pueblo enfrentaba en ese tiempo por los conflictos y por la falta de un buen gobernante. Menciona que su primera empresa fue calzar la plaza, una obra que ningún ingeniero de esa época lo hubiera hecho con gran acierto como lo hizo don Ignacio. Invitó a varios vecinos, los más acomodados, para que, apoyando con una cuota voluntaria, lo ayudasen para culminar esta empresa. Esas cuotas apenas alcanzaron para menos de la mitad de los gastos que importaron las obras como calzar la plaza, ponerle sofás (bancas), la arboleda y el alumbrado. Aún no concluía esta operación, cuando emprendió la conclusión de la construcción del puente de Tozongo y la calle que desde aquel punto se introduce a la población. Poco después, dirigió sus trabajos a la calle real (hoy calle Independencia, Reforma y Gutiérrez Zamora), que se encontraba en pésimas condiciones; con los dos puentes que hay en el trayecto: uno nuevo y sin concluir y otro viejo que amenazaba la ruina. (Se refiere al puente Colorado que se ubica sobre la carretera federal entre las Calles Guadalupe Victoria y la calle del Monasterio, y al puente del Molino, mismos que, a la fecha, siguen soportando el pesado paso del tráfico vehicular. Aún no había pasado un año, cuando en medio de tantas obras emprendidas y sin molestar a los pobladores, comenzó la construcción del Palacio Municipal, obra realizada con prontitud, que se destaca por su gran diseño a cargo de un arquitecto y que presentaba todas las comodidades que en esa época requerían el conjunto de oficinas para atender al público.
En la opinión del padre Morales fue un hombre que “encontró recursos en el mismo punto donde se creía que radicaba la miseria” y le dedica el siguiente reconocimiento:
“Obras de tal naturaleza, merecen un recuerdo que, consignado en la Historia, haga imperecedera su memoria, sirviendo esta conducta de estimulo a los presidentes futuros…”
“¡Loor eterno a un hombre, de quien la Providencia Divina
se ha valido para el desempeño de grandes cosas!
Dios bendiga su existencia y le pague como sabe y quiere por tanto trabajo en favor de un pueblo, que tal vez no sabrá agradecerle cual merecen sus trabajos. No obstante, la posteridad hará justicia, como desde ahora se la hace quien esto escribe.”
Sobre el texto anterior, en una reseña publicada en el periódico Ecos de Coscomatepec, Emelia Jiménez Vásquez comenta siguiente:
“Las palabras que menciona el Padre Morales nos llenan de tristeza, porque un hombre tan Importante, un hombre clave para el desarrollo de nuestra Ciudad ha sido olvidado por quienes posteriormente escribieron la Historia de Coscomatepec”.
Este importante benefactor de nuestro pueblo es asesinado un 7 de febrero de 1875.
DATOS TOMADOS DE:
• Vázquez Quezada Juan Francisco. Los ancestros. Una historia familiar huatusqueña. 2017.
• Reseña Histórica del Padre Santiago Morales. 1874.
• Jiménez V. Emelia. Periódico Ecos de Coscomatepec. No. 18. 1985.


Plaza de Armas y Palacio Municipal. Obras realizadas gracias a Don Ignacio Loyo Rodríguez

GRAL. RAYMUNDO SALAS LOYO
(1889-1986)
MILITAR, REVOLUCIONARIO, ESCRITOR Y POLÍTICO.
Nació en Coscomatepec el 24 de agosto de 1889 y murió en Xalapa el 30 de julio de 1986.
Cuando era aún niño se trasladó a la ciudad de Xalapa para realizar sus primeros estudios, ingresando posteriormente al Colegio Preparatorio donde tuvo destacados mentores como Salvador Díaz Mirón y Don Rafael Delgado.
En 1914 se inscribió en la Escuela Nacional de Medicina, pero al ser cerrada por Victoriano Huerta, truncó su carrera como médico. Tomó entonces la decisión de abrazar la vida de las armas en contra del usurpador Huerta. Se unió en la sierra de Puebla al grupo de los hermanos Márquez: Esteban, Gaspar y Emilio. Participó con el grupo revolucionario de Tlaxcala, con Máximo Rojas, Pedro Morales y Enrique Espejel; mantuvo también relaciones políticas con Amado Azuara del estado de Hidalgo. Fue secretario particular del general Pedro Morales en 1913; en el mismo año participó en la Batalla de Atlixco, Puebla, y más tarde formó parte de las fuerzas revolucionarias del general Rafael Rojas.
Fue nombrado capitán primero por el general Francisco A. García, jefe de las fuerzas revolucionarias del sur de Puebla. Participó en la defensa de Puebla y en la toma de la plaza de Tlaxcala. Estuvo en la Batalla de Chignahuapan, Puebla; en la toma de Zacatecas y en Ébano, San Luis Potosí, al lado del general Álvaro Obregón.
Por sus participaciones, obtuvo el grado de coronel; el de coronel de caballería; jefe del batallón de zapadores en Guadalajara; jefe de parques y almacenes en la Ciudadela, en el Distrito Federal y el de jefe de la guarnición de plaza de Xalapa. Dirigió el periódico La Nueva República. impartió la cátedra de Historia y fue subdirector de la Academia del Estado Mayor del Ejército; jefe de Estado Mayor de la XXX Zona Militar en Tabasco, y jefe de la zona militar en Cuernavaca, Morelos.
Dirigió el Diario Veracruz y estuvo como agregado militar en varias embajadas de Europa, India, Centro y Sudamérica. A su retorno fue electo presidente municipal de Xalapa (1933). Trabajó en la Oficina Recaudadora de Rentas del Estado y posteriormente fue director de Bellas Artes en el gobierno de Lázaro Cárdenas; fue electo diputado federal por Veracruz y jefe del Estado Mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional en 1944. Representó al Ejército para la postulación del licenciado Miguel Alemán Valdés como candidato a la Presidencia.
Ocupó la dirección del Departamento de Historia y Geografía. Con «Noches de vivac», ganó el primer lugar de cuento en los Juegos Florales de Teziutlán, Puebla y Medalla de Oro con el cuento «Lodo en los ojos». Colaboró en el libro Historia del Ejército Mexicano.
Fue un hombre muy honesto que a pesar de los cargos importante que ocupó en el gobierno, siempre vivió de manera modesta y sencilla. Murió en la ciudad de Xalapa el 30 de julio de 1986.
TOMADO DE:
- Emelia Jiménez V. Periódico “Ecos de Coscomatepec”. 1985.

LEOPOLDO CALDERÓN ESPINOZA
(1932-1978)
PINTOR, ESCULTOR Y MÚSICO
Nació en este querido terruño de Coscomatepec de Bravo, en el año de 1932. Fue hijo de Epifanía Espinoza Gerardo y de Francisco Calderón. Nació y vivió sus primeros dos años en una casa, del barrio de Ixtiuca, ubicada en la avenida Ignacio de la Llave y la calle Juan Álvarez.
Desde niño realizaba sus dibujos con sombras y daba color a algunos, preparando él mismo los colores con pinturas en polvo disueltas con otras sustancias. Fue entonces cuando se presentó en su vida una oportunidad en relación con ese talento ya sumamente esclarecido.
Habiéndose enterado el doctor Miguel Domínguez por diversas personas de la cualidad artística de Leopoldo, tuvo a bien ayudarlo a desarrollarla de una forma más amplia, enviándole una beca de estudios para la Academia de San Carlos en México; sin embargo, dicha beca llegó primeramente a manos de su padre, quien, sin enterar a Leopoldo de esto, egoístamente la remitió argumentando situaciones falsas. Leopoldo quien pensando que la beca había sido una promesa y pensando en su madre (ya que él era el único apoyo para ella), no insistió más en esto y se alejó casi por completo de su afición a la pintura.
Pasaron varios años sin novedad alguna respecto a la pintura, pues entonces él se dedicó a diferentes trabajos, y como pasatiempo se inclinó por la guitarra. Este distanciamiento con la pintura pudo haberse dado por la decepción de aquel apoyo que el doctor Domínguez le ofreciera (sin conocer hasta ese momento la verdad), tal vez por su precaria situación económica originada por su escasa formación académica que le impedía encontrar algún trabajo mejor remunerado, o tal vez por la falta de algún buen amigo que le alentara u orientara... el sentirse solo, pudo haber sido el motivo para que a temprana edad se refugiara en el alcohol; sin embargo, en afán de progresar económicamente, se fue a trabajar a la ciudad de México, en el famoso casino el Run Run que era propiedad del también coscomatepecano Pancho Oviedo y quien se caracterizaba por apoyar a todos los paisanos que iban a la capital a buscar un buen empleo.
Su afición a la guitarra sumada a su agradable y singular timbre de voz, lo llevaron, a la edad de 20 años, a triunfar en un concurso de una Radiodifusora de Córdoba. No solo tocaba la guitarra, también tocaba el requinto y el tresillo de manera lirica. Fue integrante de la famosa banda de música de ese tiempo llamada “El León Dorado” donde también tocaba su papá. Y como todo un artista bohemio, más adelante formó un cuarteto junto con don Chucho Castro, Miguelillo Solís y don Filiberto Coria.


Foto*. Banda “El León Dorado” Leopoldo Calderón es el de la guitarra, el tercero de derecha a izquierda. Junto a él, en cuarta posición, aparece Don Chucho Castro.
A los 22 años contrajo matrimonio con la señorita Rafaela Rendón quien también es oriunda de Coscomatepec, y quien también contaba con ciertas habilidades en las artes plásticas, ella siempre le apoyó en todo y le ayudaba en prepararle los bastidores y materiales para que realizara sus pinturas. Vivieron los primeros meses de casados aquí, en su tierra natal; sin embargo, decidió marcharse en busca de mejor suerte. Vivió algunos meses en Huatusco, donde no encontrando trabajo, le surgió la idea de reparar esculturas religiosas. Recuerdo, decía el artista: “comencé con un Niño Dios hecho pedazos que, como Dios me ayudó, logré restaurar y ganarme en ese tiempo (1956) la reconfortante cantidad de $10.00”. En Huatusco realizó su primera pintura al óleo, fue un retrato de la señora madre de un español, radicado en esa ciudad llamado Manuel Fierro. Habiéndose escaseado allí su trabajo, tuvo que partir a otro pueblo, y de ese a otro; peregrinando en busca de mayor campo de trabajo, hasta llegar a Zempoala, Ver., donde se pudo establecer por mayor tiempo, allí realizó ya pinturas de un tamaño más o menos grandes; estos cuadros son los 4 evangelistas, cada uno en cuadro diferente, y un cuadro de Santa María Goretti de medio cuerpo, dichas obras se encuentran en la iglesia de ese lugar, así como también, realizó reparaciones de esculturas varias. Durante su estancia en Zempoala y debido que unas especialistas realizaban un trabajo en la iglesia, tuvo la oportunidad de aprender el trabajo del oro bruñido, útil en la decoración de las esculturas. Después de 3 años regresó a Huatusco donde continuó con esa especialidad lírica que había desarrollado. Allí realizó inmemorables trabajos como: retratos al óleo, pinturas al natural, paisajes campiranos y de ciudad, así como reparación de esculturas.
El sentido espontáneo de este artista autodidacta tomó entonces dimensiones mucho más profundas e intelectuales. Sus prodigiosos ojos recogían los infinitos colores de la naturaleza en una forma precisa para que su mano los estampara en el lugar exacto. Usaba una paleta de colores que permite crear el efecto muy particular de transformar los tonos tanto para el día como para la noche; es decir, ver un paisaje de Calderón, es verlo soleado, lleno de luz y color y ese mismo paisaje verlo con una pequeña luz, era como si estuviera pintado de noche e iluminado por la luna llena donde predominan los tonos azulados. Este efecto visual poco utilizado en los artistas, de alguna manera, caracterizó mucho su obra pictórica. Había cuadros a los que les dedicaba muchas horas, pero también era capaz de realizar “cuadros de minuto”, como decía él, ya que los hacía muy rápido, no en un minuto, pero sí, en menos de una hora ya tenía una pintura de una calle del pueblo donde generalmente aparecía el volcán.
También fue un extraordinario caricaturista gracias a su memoria, ya que era capaz de dibujar a una persona ausente como si la estuviera viendo. A través de sus caricaturas podemos conocer a personajes icónicos del pueblo en la época de los años 70´s, además de su forma de vestir y casi en la mayoría de ellos la actividad a la que se dedicaban o eran aficionados. Calderón fue un personaje muy amable y apreciado en el pueblo, debido a que le gustaba realizar sus pinturas directamente del paisaje natural. Era muy común encontrarlo pintando en las calles donde no faltaba quien se acercara para platicar, entre otras cosas, sobre la obra que estaba realizando en ese momento.
Sus obras se dispersaron por toda la región, aunque no con un propósito de extensión de parte de él, sino más bien en forma ocasional, ya que por medio de personas que conocían al artista a través de algún cuadro, se enteraban otras y así iban adquiriendo sus obras que incluso salieron del país. Además de los innumerables paisajes, retratos y bodegones, realizó algunos murales como las apariciones de la Virgen de Guadalupe en la capilla del barrio de Perote de este lugar. Obra realizada entre los años 1969 y 1971.
Posteriormente regresó a su tierra natal, donde corrió con poca suerte debido a que solo un 40 por ciento de los cuadros que realizaba eran encomendados y el resto eran hechos para ofrecer, lo que hacía un poco difícil la situación económica del artista.
Contadas fueron las oportunidades que tuvo para exponer sus obras en otros estados. Estas últimas, originándole golpes morales que lo desalentaban. La oportunidad que tuvo de extender sus obras llegó tardíamente, pues tenía una familia bajo su responsabilidad integrada por 6 hijos, su esposa y su señora madre, además que, para ese entonces, ya traía la moral bastante lastimada. Montó solamente 3 exposiciones de sus pinturas y todas realizadas en esta ciudad durante tres diferentes años, durante las fiestas conmemorativas de octubre, sin embargo, la última de dichas exposiciones, fue uno más de los descalabros morales en su vida pues en un periódico de la región (El Dictamen) bajo fotografía de dicha exposición no apareció el nombre de él, sino otro, y así, poco a poco, su situación fue deprimiéndole y finalmente, la noche del 27 de enero de 1978 cerró sus ojos para siempre en medio de la indiferencia de su pueblo y de una visible pobreza, ya que sus hábiles manos (ahora endurecidas), jamás volverían a plasmar las formas y los colores de esos inigualables paisajes de carácter detallista que fueron parte de su estilo; así se fue de este mundo un talento coscomatepecano, quedando como testimonio de su paso por esta vida, sus 6 hijos y varios nietos, aficionados todos al dibujo; destacándose la figura de su hija, la maestra María del Carmen Calderón, otra mano virtuosa dentro de este género. Calderón (como era conocido en el pueblo) nos dejó el testimonio vivo de sus obras: joyas líricas a través de las cuales nos remontamos al Coscomatepec de mediados de siglo pasado.
NOTA: Esta biografía se realizó gracias a la información proporcionada por
La Señora Rafaela Calderón (+) en el año de 1984 y complementada por la Maestra María del Carmen Calderón Rendon en 2024.
* Foto de la Banda “El León Dorado” tomada de la página de Facebook “Coscomatepec de Bravo Veracruz”. https://www.facebook.com/share/RSDpqguwCvA9a3cK/?mibextid=vo1riV


Pintura: Calle Juárez. propiedad de Luis del Valle Martínez
Caricaturas realizadas por Leopoldo Calderón Espinoza

SAUL SERRANO HERNÁNDEZ.
(1930-2009)
ESCRITOR Y PROMOTOR CULTURAL.
Nació en la ciudad de Coscomatepec de Bravo el 25 de noviembre de 1930. Estudió en la escuela primaria religiosa Corazón de Jesús, fundada por el padre Pedro Villanueva. Continuó sus estudios en el seminario mayor de Xalapa durante los años de 1944 y 1945, posteriormente estudió en la escuela de música de San Gregorio Magno, que dirigía el padre Justino de la Mora, donde estudio latín, canto gregoriano y música, siendo su especialidad el piano. Desafortunadamente muere su padre en 1946 y con eso abandona sus estudios por falta de recursos; sin embargo, en aquella época, siendo un joven de 15 años se esfuerza por estudiar por correspondencia, un curso de técnico en electrónica.
Con esto salió adelante, abrió un taller y mantuvo a su familia, pero la inquietud por el arte, la cultura y la educación lo hizo continuar como profesor de electricidad en la primera escuela secundaria particular de Coscomatepec, que tenía como recinto la escuela Nicolás Bravo, misma donde le permiten practicar sus estudios de piano, música y solfeo.
Fundó la Sociedad Civil de Artesanos y Comerciantes de Coscomatepec, Ver. fomentando la comercialización de los productos de talabartería, zapatería y fustería.
También formó la Academia Club Cultural de Coscomatepec, donde se impartía bordado, tejido, cultura de belleza, ortografía, civismo, repostería, cocina, pintura al óleo, primeros auxilios y música, esta última impartida por él mismo.
Colaboró en los festejos cívicos de 15 de septiembre y 4 de octubre, como cuando fue secretario de la junta de mejoras, siendo presidente municipal don Rafael Mendoza.
Apoyó también en el alumbrado del parque, el palacio y la parroquia. hasta 1972, cuando emigro a la ciudad de México.
Era tanto el amor a su tierra que logra una entrevista en el programa “Siempre en Domingo” con el sr. Raúl Velasco, donde pone de manifiesto la belleza de su tierra y muestra el libro del profesor Jesús Domínguez Rosas, dedicado a las tradiciones y a lo pintoresco de su pueblo.
Además, realizó otras actividades como:
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Un compendio de poesía y prosa de su inspiración y relacionado con las tradiciones e historia de Coscomatepec.
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Fundó el grupo de amigos del teatro del Centro de Investigación del Instituto Politécnico Nacional donde laboró por más de 30 años.
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Realizó una recopilación de fotografías antiguas de personajes y paisaje urbano y rural de Coscomatepec.
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Realizó una recopilación de historias y anécdotas de las personas de edad avanzada de Coscomatepec.
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Fue un incansable participante de las fiestas del cerrito de la palma por 58 años.
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Participó en festivales del día de las madres, del padre, del niño, etc. con su gran versatilidad de actuación, escritura y conocimiento musical.
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Fundó la Asociación Civil de Coscomatepecanos residentes en la Ciudad de México.
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Preocupado porque perdurara la Historia de Coscomatepec encomendó, junto con otros benefactores, a la pintora Carmen Calderón realizar los murales que se encuentran en el palacio municipal
Todo lo anterior entre otras actividades que realizó durante sus 78 años de vida, mostrándonos así que la ciudad no es como la vemos a diario si la observamos y recordamos con amor a Coscomatepec.
Autor: Arq. Rafael Serrano Caramón.


Foto de Saúl Serrano Hernández

NAHÚM GENARO SOLÍS HEREDIA
((1931-2016)
MAESTRO, POETA, ESCRITOR, DRAMATURGO, PERIODISTA,
CRONISTA Y PROMOTOR CULTURAL
El maestro Genaro, nació el 1 de diciembre de 1931 en Coscomatepec. Su infancia la pasó a lado de su Tía, la señorita Luz Solís Hernández a quién siempre le guardó un gran cariño como madre. Prolifero en cuando a poemas, obras de teatro, costumbres y tradiciones de este pueblo inmersas en su crónica. Distinguido por su perspicaz inteligencia y su amena y singular forma de escribir. Excelente declamador y gran ser humano.
Sus primeros estudios los cursó en la Escuela Primaria “Nicolás Bravo” y para estudiar sus siguientes estudios, se trasladó a la ciudad de Xalapa, donde, en 1961, recibió el título profesor que le otorgó el Instituto de Capacitación Magisterial con la tesis “Importancia del Juego en la Escuela Primaria” y con la recibió Mención Honorifica.
Es inicia como maestro rural en la Escuela Primaria de la congregación de Tetelcingo, perteneciente a este municipio. Mas adelante, presta sus servicios en Huatusco y Monte Blanco. En la Escuela Secundaria de Coscomatepec impartió la catedra de Español. Fue docente-fundador de la Escuela la de Bachilleres de Huatusco donde impartió las cátedras de Filosofía del Arte, Dibujo y Modelado Anatómico; en la Escuela de Bachilleres de Lerdo de Tejada fue maestro de Español Superior y de Literatura. Es importante mencionar que en los lugares donde prestó sus servicios se preocupó por formar a los jóvenes en el arte de la poesía y la oratoria.
En 1963 es galardonado por su composición poética “A Coscomatepec” en los primeros juegos florales celebrados en esta ciudad y patrocinados por el comité que en ese entonces dirigía la Biblioteca “Fernando de Jesús Corona y Arpide”. Esta acuarela lirica inicia con la frase “Heroica Coscomatepec de Bravo” con lo que, según el historiador Héctor Martínez Domínguez, se comienza a generar la idea de darle el nombramiento de “Heroica” a nuestra ciudad.
En la década de los años setenta, ingresa al Instituto Andrés Soler de la Ciudad de México donde estudió arte dramático, lo que le permitió escribir y montar varias obras de teatro en las diferentes ciudades donde se dedicó a la promoción de la cultura.
En la década de los años ochenta, laboró en la Escuela Primaria de Tecolapan, Municipio de Ángel R. Cabada. En la Escuela de Bachilleres de Lerdo de Tejada imparte clases de Etimologías Grecolatinas, Español Superior, Literatura Hispanoamericana, Historia de la Literatura Universal y Declamación. Además, es nombrado director del Grupo de Teatro Magisterial de la zona de Lerdo de Tejada.
En 1985, obtuvo el primer lugar en el Certamen de Declamación realizado en la Casa de Cultura “Agustín Lara Aguirre” de Tlacotalpan, organizado por Las Logias Masónicas de la Cuenca, donde llevó la representación de la ciudad de Lerdo de Tejada.
En 1995 funda y dirige la Casa de Cultura de Coscomatepec A.C., con el reconocimiento y apoyo del Instituto Veracruzano de Cultura A.C. (IVEC)
Fue nombrado Cronista el 17 de julio de 2001, formando parte de la agrupación “Cronistas de Veracruz A.C.” y de la “Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas”. Organizador del XI Congreso de Cronistas de Veracruz A.C. celebrado en Coscomatepec en el año 2003, con motivo del primer centenario de haber sido elevada a la categoría de ciudad.
El 10 de diciembre del 2015, el Instituto Veracruzano de Cultura A.C. realizó la entrega de estímulos a 4 distinguidos veracruzanos como Tesoros Humanos Vivos, entre los que sobresale el Maestro Genaro Solís Heredia en reconocimiento a su legado.
Dentro de sus publicaciones se encuentran:
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CANTO AL AMOR (1971)
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MASCARA DE CRITAL (1972) Novela.
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ODAS (1975) Poemas
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SENDERO INMORTAL (1975) Ensayo.
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RUBÍES Y PERLAS (1982) Poemas.
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MUSICA INTIMA (1983) Poemas.
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COSCOMATEPEC (2003) Arcón de Recuerdos.
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CANTO A COSCOMATEPEC (2003) Poemas.
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ARCOIRIS (2006) Poemas infantiles para pintar.
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COSCOMATEPEC. (2013) Crónicas y Relatos.
Durante un buen tiempo publicó sus escritos en periódicos como el “Diario de Xalapa”, así como en un diario local de la ciudad de Córdoba. Una gran parte de toda su obra quedó inédita y otra parte, desafortunadamente, se perdió.
Falleció a sus casi 83 años, el 21 de noviembre de noviembre de 2016. Sus restos descansan en el Centro Cultural Nahúm Genaro Solís, nombrado así en su honor.
El 27 de marzo de 2017, en el marco de la XXXVIII reunión de cronistas, realizada en Coscomatepec, recibe un homenaje póstumo por parte de la Asociación de Cronistas de Veracruz A. C. En un acto conmemorativo, el presidente de la Asociación, Leonardo Zaleta, hizo entrega de la medalla “Doctor Obed Zamora” reconociendo su labor como integrante de esta agrupación.
Tomado de:
Solís Genaro. Coscomatepec. Arcón de Recuerdos. 2003
Solís Genaro. Canto a Coscomatepec. 2003.
Solís Genaro. Crónicas y Relatos de Coscomatepec. 2013.
Algunos de los últimos libros publicados por el Profesor Genaro Nahúm Solís Heredia son:

JOSÉ LIC. MANUEL ALVAREZ LOYO
(1880-1974)
ABOGADO Y BENEFACTOR.
El Lic. Manuel Álvarez Loyo, nació el 26 de mayo de 1880 en Coscomatepec, Veracruz, hijo de Manuel Álvarez Morales, nacido en 1843, Córdoba, Veracruz, y fallecido el 23 de octubre de 1897 en Coscomatepec, y de María Loyo Rodríguez, nacida en 1856 en Coscomatepec; fallecida el 12 de octubre de 1889 en la misma ciudad.
Quedó huérfano de madre a los 9 años y perdió a su padre a los 17, lo que lo obligó a asumir responsabilidades a una edad temprana. Se hizo cargo de sus cuatro hermanos menores: Ignacio, Luis, José y María y también de una media hermana, Guadalupe, hija del primer matrimonio de su padre con María de las Nieves Rosas, quien ya había fallecido.
A pesar de las circunstancias que enfrentaba, Manuel Álvarez Loyo, no perdió su deseo de superarse. Interrumpió sus estudios para trabajar y poder sostener a su familia, su objetivo era asegurarse de que sus hermanos estuvieran encaminados en sus vidas. Una vez obtenido lo anterior, decidió continuar con su sueño de obtener una carrera, demostrando una gran determinación para ese fin.
Familia
El 26 de noviembre de 1913, se casó con Ana Loyo Domínguez, nacida en 1884 en Coscomatepec, Veracruz. Juntos tuvieron cuatro hijos, que de mayor a menor son: Manuel Álvarez Loyo, abogado, nacido en Orizaba; Veracruz, Miguel Álvarez Loyo, quien falleció a temprana edad, Jorgé Álvarez Loyo, médico especialista en neurocirugía, y Armando Álvarez Loyo, ingeniero civil, quienes nacieron en la Ciudad de México.
Formación Académica
Inició su formación académica en la Escuela Municipal (oficial) de Coscomatepec, donde cursó la primaria entre los años 1888 y 1893. Tras la muerte de sus padres, como anteriormente se dijo, tuvo que interrumpir sus estudios para trabajar y poder sostener a su familia, ya que en Coscomatepec no había escuelas para realizar sus estudios vocacionales y profesionales. Sin embargo, su deseo de superación lo motivó a seguir adelante. En 1905, a la edad de 25 años, decidió trasladarse a Jalapa, la capital del Estado Veracruz, para completar sus estudios y seguir su camino hacia una carrera profesional, por lo cual se inscribió en el Colegio de Estudios Preparatorios de dicha Ciudad, con carácter oficial militarizada, los cuales termina en el año 1908 a los 28 años de edad.
En el año de 1909, a la edad de 29 años, ingresó a la Escuela de Jurisprudencia del Estado, en Xalapa, Ver. A pesar de haber enfrentado múltiples responsabilidades familiares, logró combinar su trabajo con sus estudios. Finalizó su formación en 1911, a los 31 años, tras haber realizado previamente su servicio social.
Tras haber realizado su servicio social y haber terminado su formación académica, fue examinado por el Tribunal de Justicia del Estado y aprobado unánimemente para ejercer la profesión de abogado. El 12 de marzo de 1912, bajo el gobierno de C. Francisco Lagos Cházaro, Gobernador Constitucional del Estado Libre y Soberano de Veracruz, le fue expedido su título profesional, de acuerdo con lo establecido por la Constitución Política del Estado. A partir de este momento, Manuel Álvarez Loyo quedó habilitado para ejercer su profesión.
Trayectoria Profesional
Una vez obtenido el ansiado título de abogado, resultado de años de esfuerzo y dedicación. Con el título en mano, se trasladó a Coscomatepec, donde lo esperaba su novia Ana, con quien se casó en noviembre de 1913, cumpliendo así un compromiso de vida.
Inició su carrera profesional en el Estado de Veracruz, ejerciendo en varias localidades como Xalapa, Orizaba y Córdoba. Durante esos primeros años, se forjó una reputación de profesional competente dedicado a la justicia. Con el paso del tiempo, su ambición lo llevó a expandir su ejercicio profesional hacia la Ciudad de México entre los años 1917 a 1920.
Esta transición no estuvo exenta de dificultades, debió realizar una serie de trámites burocráticos para registrar su título profesional y poder ejercer en la capital. No obstante, este esfuerzo sólo fortaleció su determinación y marcó el comienzo de una exitosa trayectoria en el ámbito jurídico mexicano. Se enfrentó a uno de los mayores desafíos de su carrera tal como abrirse camino en un entorno dominado por la élite conocida como “Los Científicos”. Este grupo, conformado por personas de clase alta y educación privilegiada, había consolidado su influencia durante gran parte de la vida política y económica del país. El acceso a este grupo era prácticamente imposible para quienes no compartían su estatus o conexiones.
A pesar de estos obstáculos Manuel Álvarez Loyo no se dejó intimidar. Con perseverancia y una habilidad innata para resolver los asuntos legales más complejos, comenzó a destacar por sus logros profesionales, lo que le permitió ganarse una sólida reputación en el medio jurídico. Con el tiempo, su nombre comenzó a resonar entre los círculos empresariales del comercio y la industria.
Entre ellos se encontraban empresarios del sector industrial y comercial, tales como Don Pablo Diez, Braulio Iriarte y Martín Oyamburo, entre otros destacados, quienes dirigían negocios en áreas como panaderías, fábricas cerveceras y lecherías, el éxito obtenido en la gestión de estos casos contribuyó a consolidar su prestigio y a establecerlo como uno de los abogados más influyentes de su época.
Con quien Manuel Álvarez Loyo tuvo una relación más estrecha fue Don Pablo Diez, el prestigioso dueño de la Cervecería Modelo. Una de las anécdotas más destacadas que demuestra su integridad y profesionalismo ocurrió durante una huelga devastadora que puso en grave riesgo el futuro de la cervecería.
La situación era tan crítica que Don Pablo consideraba la empresa pérdida y convencido de que no había manera de salvarla, en su desesperación, instruyó a su abogado, Manuel Álvarez Loyo, para que hiciera lo posible por rescatar lo que pudiera de la empresa antes de su inevitable y fatal cierre. Sin embargo, Manuel Álvarez se negó a aceptar la derrota. Con firmeza le aseguró a Don Pablo: “La Cervecería Modelo no se va a perder; voy a luchar para salvarla y no se perderá.”
El litigio fue arduo y complejo, pero al final, el resultado fue favorable para la empresa. Don Pablo, al ver su negocio salvado, quedó profundamente agradecido. En un gesto de gratitud y reconocimiento, le dijo al Licenciado Álvarez; “Licenciado, pida lo que quiera y se lo daré.” Sin embargo, fiel a sus principios de honradez y responsabilidad. El Licenciado Álvarez contestó: “Don Pablo, mi obligación como abogado es recibir únicamente los honorarios pactados al principio. Lo demás es parte de mi deber.”
Impresionado por su honradez y su compromiso, Don Pablo Diez decidió nombrarlo apoderado legal de todos sus negocios y por consecuencia de sus socios, confiando plenamente en su capacidad para gestionar los intereses de la empresa. Este episodio no sólo consolidó la relación entre ambos, sino que elevó aún más la reputación de Manuel Álvarez como uno de los abogados más íntegros y competentes de su tiempo.
El licenciado Manuel Álvarez Loyo fue un hombre íntegro en todo sentido, un abogado excepcional cuya carrera estuvo marcada por numerosos éxitos, ganados gracias a su competencia y honradez. Admirado por sus colegas y profundamente querido por quienes lo conocieron, destacó no solo por su labor profesional, sino también por su carácter profesional. Fue un padre ejemplar y un esposo devoto, siempre dispuesto a ayudar a los necesitados. Como benefactor de su pueblo, su principal aportación fue la donación del terreno para la Escuela Secundaria la Escuela Secundaria Técnica No. 39.
Defunción
Desde joven, asumió grandes responsabilidades, pues como se dijo anteriormente, a los 17 años ya había encaminado a sus hermanos, asegurándose de que estuvieran bien establecidos. Ese mismo sentido del deber lo guió como padre, dejando a sus hijos casados y encaminados antes de su fallecimiento. Lamentablemente, el 11 de febrero de 1974 a los 93 años falleció por causa de enfisema pulmonar, en la Ciudad de México. Sin embargo, su legado como abogado íntegro y como pilar de su familia quedó como un ejemplo a seguir.
Biografía realizada: por su hijo el Ing. Armando Álvarez Loyo.
Fotografías del Lic. Manuel Álvarez Loyo

JOSÉ MARÍA HEREDIA ESPERÓN
(1860-1937)
EMPRESARIO Y BENEFACTOR
Nació el 4 de julio de 1860, hijo de Don Rafael Heredia y Doña Josefa Esperón. Aprendió a leer y escribir con ayuda de un familiar y se dedicó al oficio de la carpintería, donde conoció a la que más tarde sería su esposa, Doña Luz Solís Pineda con quien tuvo seis hijos: Victoria, Justina, Josefa, Melesio, Antonio y María; de ellos, el único que tuvo hijos fue Antonio (José Antonio, Rafael, Ana Luz, Rosa María Pina y Carmen). Fue un hombre idealista, humanitario, realizó muchas obras en beneficio del pueblo al que amó entrañablemente.
Junto con su esposa iniciaron el negocio del comercio logrando tener la tienda mas grande de todo el pueblo que surtía de mercancías a la región. Combinó esta actividad con la agricultura y la ganadería, distinguiéndose por el trato afable que siempre daba a sus trabajadores y por la ayuda económica que les brindaba en situaciones apremiantes. Pese a su escasa formación académica, fue un hombre adelantado a su tiempo con una gran visión empresarial, buscando el beneficio del pueblo; ganó grandes amigos que le permitieron realizar importantes transacciones comerciales, tales como la exportación, a Holanda y Alemania, del fruto conocido como “purga” que se utilizaba para la elaboración de tintes.
Preocupado porque la juventud se instruyera y para que de esa forma mejorara sus condiciones de vida, en el año de 1910 estableció un Centro de Instrucción (Escuela Rural) en el edificio de su propiedad y que hoy ocupa el Teatro Juárez. Para ello, mandó a traer de la ciudad de Puebla al maestro normalista, distinguido compositor musical a nivel nacional, Profesor Pelagio C. Manjarrez para que enseñara a leer a los niños y a todo adulto que lo deseara. El profesor, que se distinguió por su dinamismo y entrega, auspiciado por Don José María, formó un grupo gimnástico y una banda de música en la que participaron músicos coscomatepecanos de esa época.
Con la firme idea de crear espacios de sano esparcimiento para las personas del pueblo, promovió el funcionamiento del edificio antes mencionado para otras actividades como teatro, salón de baile y, posterior a los temblores del ´20 (1920), se celebraban las misas debido a las afectaciones que sufrió el templo parroquial. Al paso de los años, el edificio fue utilizado únicamente como cine, y en ocasiones como teatro, con el nombre de “José María Heredia Esperón”. También organizaba, con sus propios recursos, grandes fiestas (incluida la del día de su santo) con actividades como jaripeos, corridas de toros, palo encebado o charreadas, donde siempre había grandes regalos.
Con una visión turística, hizo construir el primer hotel del pueblo, “Hotel Central”, donde hoy se ubica la “Plaza Central” espacio dedicado actualmente al comercio y, en la actualidad, nos permite observar las características de la arquitectura de esa época.
En 1928 cumple el mayor de sus sueños: dotar de energía eléctrica al pueblo mediante la instalación de una planta generadora de energía en el edificio de su propiedad conocido con el nombre de “El Molino”. Y fue así como las lámparas eléctricas fueron sustituyendo los faroles artesanales y candiles que se colocaban en las calles y viviendas. Hubo proyectos que no llegó a realizar como la construcción de un mercado debido a que varias personas se opusieron; así como la construcción de un hospital para lo que le pedían se hiciera cargo su total equipamiento y del pago de sueldos del personal que trabajara, cuando iniciara la prestación del servicio.
Por otra parte, realizó importantes obras, en la parroquia del pueblo. En 1907 y con recursos propios, se construyó el edificio adyacente donde se encuentra la capilla del Santísimo Sacramento, con el portón, que aún existe, hecho de fina madera, ojo de pájaro y cristal francés. Donó objetos de gran valor como los 3 vitrales dedicados a San José, por ser su santo patrono, a la Virgen del Refugio, de quien era devoto y, a la Virgen de la Luz, por su esposa. Estos vitrales se perdieron por falta de una cultura de cuidado y conservación de los bienes materiales con que ha contado el pueblo, también se fueron perdiendo poco a poco los objetos religiosos que trajo desde Europa y Tierra Santa; sin embargo, algo muy valioso para el pueblo y que aún se conserva, es el Cristo de la Agonía traído de España y que iba a ser transportado a la ciudad de Xalapa a través del Huatusquito. Esta imagen tiene un gran valor artístico y sobre todo religioso por los milagros atribuidos en Limpias, España. Estuvo por algún tiempo en las bodegas de la estación del ferrocarril y los feligreses del pueblo, al darse cuenta, comenzaron a acudir a la estación a rezarle para que les concediera algún milagro; fue entonces que Don José María junto con el párroco de ese tiempo, deciden hacer las gestiones para que, Monseñor Guízar y Valencia, para quien iba dirigido tan valioso regalo, permitiera que se quedara en este lugar. Desde luego que todos los gastos fueron solventados por Don José María Heredia.
Murió el 30 de marzo de 1937 y su hija María Heredia Solís, siguió sus pasos dándose a la tarea realizar las gestiones pertinentes para el establecimiento del primer Jardín de Niños (Rosaura Zapata) donde por muchos años se dedicó a acompañar con su piano a los pequeños en la sesión de cantos y juegos. Egresada del conservatorio, se dedicó también a dar clases de música y canto.
TOMADO DE:
- Emelia Jiménez Vásquez. Periódico Ecos de Coscomatepec. No.16. 1985.
- Datos y Fotografía proporcionados por la Profesora Carmen Heredia Dorantes, nieta de Don José María Heredia.

Fotografía tomada de la página de Facebook Cosco FM realizada con inteligencia artificial. 03/07/2023.
DON ANTONIO AMEZ Y AGÜELLES
(1777-1848)
Nacido en la ciudad de Orizaba en el año de 1777, hijo de don Manuel Amez de las Rivas originario de Vizcaya y de doña Luisa Montes Argüelles y Bohórquez originaria de Pluviosilla (Orizaba)
Inició sus estudios en el año de 1787 en el convento de San Francisco en Tehuacán, Puebla. Para 1790, pasó a la corte de Nueva España para estudiar Filosofía en el Real Colegio de San Idelfonso. En 1791 ingresó al Real y Pontificio Seminario de la Diócesis de Puebla donde realizó sus estudios de Teología. Desde el inicio de sus estudios se destacó por su brillante inteligencia motivo por el cual, prácticamente los realizó becado.
En el año de 1796 la Real y Pontificia Universidad de México le otorga el grado de Bachiller. Fue miembro de la Academia de Bellas Letras, en la que con frecuencia sustentaba conferencias; presidente por el Real Cuerpo de Bachilleres; sustituyó todas las cátedras por ausencia o enfermedad de sus propietarios, y por orden del Rector del Seminario, ocupó por largo tiempo, el empleo de secretario de Academia y la cátedra de Mínimos. Continuó sus estudios cursando ambos derechos, no concluyó los cursos relativos debido a que el Obispo lo designó Bibliotecario Mayor del Seminario en el año de 1800, empleo al que sirvió un año cinco meses; de ahí, se le promovió a la Cátedra de Menores, donde permaneció año y medio; pasó después a la de Ruedas, que sustentó seis meses, y ocupó posteriormente la de Filosofía y la de Lugares Teológicos, por tres años consecutivos. Más de siete años sirvió al Real y Pontificio Seminario, impartiendo la cátedra de Teología
En julio de 1803 participó en el concurso de oposición para la obtención de las togas vacantes en el Eximio Colegio Teojurista del Señor San Pablo, de Puebla, de la que tomó posesión el 6 de enero de 1804. Pronto se distinguió en ese colegio mereciendo los empleos de Secretario, Consiliario y finalmente, el de Rector.
En junio de 1807 fue nombrado cura interino de la ciudad de Cholula y meses más tarde fue nombrado cura de la importante parroquia de San Juan Coscomatepec.
Amez y Argüelles encontró en Coscomatepec un pueblo donde sus habitantes rompían con todas las normas fijadas a través de tres siglos de dominación y donde ya se gestaban, en forma confusa, ideas de independencia; el lugar donde pudo manifestar sus ideales reprimidos durante su tiempo de formación, donde recibió varias amonestaciones por su proceder liberal. Hombre inteligente, inquieto, de amplia cultura, empapado en las lecturas avanzadas de la época, saturado con las ideas de los enciclopedistas franceses del último tercio del siglo XVIII y más aún, con las ideas que venían germinando plasmadas de nacionalidad mexicana.
Recién llegado a este pueblo, asistía a la casa de don José de Esperón, vecino del lugar, donde se reunían a jugar tresillo, pero principalmente para escuchar sobre las ideas libertarias que don Mariano Gómez traía después de asistir a las juntas literarias de Querétaro. Al descubrirse la conspiración, don Mariano Gómez fue fusilado, lo que provocó un descontento en la población. Amez y Argüelles, con hábil política, sin romper en forma definitiva con las autoridades constituidas, no perdía oportunidad de hacer prosélitos en favor de las nuevas ideas, e impartía su ayuda a todos los núcleos armados. Apoyó al coronel independiente don Antonio Bárcena, recién llegado a San Juan para asediar a Córdoba y a Orizaba. Invaluable fue su apoyo a don Nicolás Bravo, designado por el señor Morelos, comandante militar de la Zona Oriente quien, a su llegada al pueblo a principios de 1813, se identificó inmediatamente con él, convirtiéndose en un leal amigo y en su mejor consejero. Ante una epidemia que asoló a la población durante el mes de marzo, que afectó al pueblo y a las fuerzas libertadoras, no importándole poner en riesgo su vida, logró que el coronel Antonio Andrade, comandante realista, les brindara el apoyo necesario. En el mes de abril, estando ausente el general Bravo, ante la llegada del ejercito realista, el cura Amez salió a su encuentro para pedir clemencia para el pueblo; esto le ganó que fuera insultado y maltratado por los soldados españoles. Antonio Conti lo multó, castigó rudamente a varios vecinos y destruyó las fortificaciones. El cura Amez, por su parte, se trasladó, en compañía de los alcaldes naturales a la ciudad de México para protestar ante el virrey por las vejaciones cometidas, al no ser escuchado decidió entregarse en cuerpo y alma a la causa independentista. Una muestra de su participación y entrega en la lucha fue durante el asalto del ejercito realista a San Juan del 28 el julio, donde, bajo las órdenes de Bravo, se puso al frente de sus feligreses, derrotando a los soldados del rey quienes salieron en desbandada del pueblo dejando a su paso muertos y pertrechos regados. Meses después en un informe enviado al gobierno virreinal, por los realistas, se lee lo siguiente: “Bien tuvo el pérfido cura ocasión de quitarse la máscara y justificar al jefe de la expedición, cuando fue el primero que, en ocasión posterior, se presentó en el parapeto con una carabina capitaneando a los suyos y haciendo fuego a las tropas del rey, cuando a fines de julio volvió Conti a atacarlo". Más adelante y preocupado por la defensa del pueblo, mandó a fundir un cañón.
Cuando la situación se hizo cada vez más difícil para el gobierno virreinal, Calleja determina, por una parte, acabar con Morelos, quien triunfaba en el sur y por otra, terminar con el poderío de Bravo en Coscomatepec. Dispuso entonces una fuerte división integrada por los mejores soldados venidos de España y comandada por Juan de Cándano; fue así como se inició el sitio que duró mas de 33 días, donde se destacó la influencia del Cura Amez sobre su feligresía, el patriotismo que él despertara en ella y el fervor de éste hacia los ideales de libertad. Cuando el sitio se tornó irresistible, el Cura se fugó de la plaza, exponiendo su vida al pasar entre las filas realistas para solicitar ayuda al señor Morelos. Sin saber Don Nicolás Bravo que el cura Amez y Argüelles regresaba a Coscomatepec acompañando a Matamoros, enviado por Morelos en su apoyo, decide romper el sitio, abandonando sigilosamente el lugar y quedando el ejercito realista vergonzosamente burlado. Al enterarse Matamoros de lo sucedido en Coscomatepec decide aniquilar, cerca del Palmar, a las fuerzas sitiadoras que regresaban al altiplano; Amez y Argüelles continua con esas tropas y se traslada a Mezcala para unirse a las tropas del general Morelos.
Al recibir Bravo la orden de abandonar la provincia veracruzana es sustituido por Mariano Rincón quien pronto domina la zona de Coscomatepec permitiendo que el Cura Amez y Argüelles regresara junto con sus feligreses para reconstruir el pueblo.
Posteriormente, el Congreso de Chilpancingo, a sugerencia de Amez y Argüelles, designa a Huatusco capital de la provincia de Veracruz y a don José Joaquín de Aguilar Intendente de dicha provincia. Por instrucción de Morelos, el Cura Amez queda como consejero.
Por desgracia, y con grave perjuicio para la campaña en la comarca, Aguilar pretendió absorber el mando militar, rompiendo por ello con Rincón. Esto dio margen a que el coronel realista don Melchor Álvarez en enero de 1814, al frente del batallón de Saboya, derrotara fácilmente a los americanos en la barranca de Jamapa adueñándose de Huatusco y de Coscomatepec. Rincón, el Cura Amez y algunos jefes militares buscaron refugio hacia la costa en la hacienda de Acazónica, protegidos por las enormes cortaduras del terreno cercano a la finca. Con la actividad que le era peculiar, el Cura Amez exploró esa zona y localizó el punto fuerte de Palmilla, el que, al paso del tiempo, habría de ser uno de los reductos de la insurgencia veracruzana. Estas y otras desavenencias entre los insurgentes en esta zona hicieron que el cura Amez se mantuviera al margen de la lucha y actuara únicamente cuando el caso lo reclamara.
Al quedar Don Guadalupe Victoria como intendente y comandante militar de la provincia, el cura Amez volvió a tomar un papel más activo en la lucha y fue nombrado Vicario General de la Intendencia. Participó activamente en reuniones para lograr el desconocimiento de Juan Nepomuceno Rosains como jefe militar debido a los indicios de traición a la Constitución de 1814; ante esta situación, Rosains quiso recuperar su lugar y fue derrotado por los insurgentes al mando de Guadalupe Victoria en la barranca de Jamapa en julio de 1815.
Desaparecido el Congreso de Anáhuac, asumió Victoria los poderes en la provincia de Veracruz, pero poco más tarde, entregado de lleno a las actividades bélicas, dejó en manos de Amez el aspecto político, quedando por lo tanto el cura de Coscomatepec con el cargo de Intendente de la provincia.
La labor del Cura Amez al servicio de la lucha libertaria fue muy importante: desempeñó con verdadera eficacia los diferentes empleos que se le encomendaron; inteligente, perspicaz, afable, enérgico, activo, resuelto, supo siempre cumplir con su misión. Con verdadera solicitud atendía a las personas que, por Coscomatepec y Huatusco, pasaban en comisiones diversas de los jefes superiores, dando esto a la provincia prestigio de acogedora; recordamos entre otros individuos, al doctor Herrera, a su secretario don Cornelio Ortiz de Zárate y al joven don Juan Nepomuceno Almonte, enviados por el señor Morelos a los Estados Unidos del Norte, y más tarde, disuelto el Congreso, a los refugiados de ese respetable organismo y a otras personas distinguidas como Bustamante, Castro, Sesma, Alas, Cumplido, Ponce de León, Sotelo Castañeda, etc. Con gran alegría recibió a Don Nicolás Bravo en febrero de 1816, cuando se alejó de Tehuacán molesto por los desmanes y atropellos de Terán; don Nicolás dejó luego la región al manifestarse los celos de Victoria por su presencia, no obstante el interés y cariño con que se pretendió retenerle en Coscomatepec; y quizá, eso motivó cierto resentimiento del bachiller hacia Guadalupe Victoria, originando que, sin dejar de servir con entusiasmo a los intereses de la nación, don Antonio fuese desligándose con tacto de él, so pretexto de que debería simplificarse el gobierno político para aumentar los recursos a la campaña agonizante.
Cuando a mediados de año de 1816 pretendió Victoria crear una confederación con don Vicente Guerrero y don Ramón Sesma, a fin de lograr unidad de mando en varias provincias y un principio de gobierno, se formularon algunos proyectos de reglamento en cuyos trabajos tomó parte activa el cura Argüelles, en unión de don Cornelio Ortiz de Zárate, don José Sotelo Castañeda, su paisano el doctor don José Ignacio Couto, don José de Loyo, y director del Ramo de Tabacos don José Joaquín de Oropeza entre otras personas más.
La necesidad de obtener fondos para sostener la lucha ocasionó que Victoria se viera precisado a recurrir a las riquezas de los templos para sufragar los gastos mas urgentes. Por su parte, el cura Amez junto con el pueblo de Coscomatepec lograron que las joyas mas sagradas y apreciadas por la feligresía por su valor religioso, quedaran excluidas; el pueblo y agradecido se entregó con más entusiasmo al movimiento.
Todos los vencidos de la lucha por la Independencia en esa época, se refugiaban en Coscomatepec, hacia este lugar concentró sus fuerzas el coronel José Ruiz, y en una lucha desesperada que duró tres días, se apoderó del lugar el 7 de febrero, abandonando el lugar sus habitantes encabezados por el Cura Amez. El coronel realista, por su parte, entregó el pueblo a las llamas, ardió toda la noche y quedó casi todo destruido; igual infamia llevó a cabo en los poblados cercanos de Chocamán y Tomatlán. Días después el Cura Amez y Argüelles regresó con algunos feligreses al pueblo para tratar de sostener el desolado lugar; sin embargo, en esos días arribó a la zona el temible coronel realista Francisco Hevia para hacerse cargo de la comandancia de las villas y entró a Coscomatepec, desalojado antes por el Cura Amez y sus seguidores. El día 19 de febrero y ante la llegada de Hevia a Huatusco, tuvo que salir huyendo junto con don Carlos María Bustamante, don Antonio Sesma y otros altos funcionarios del gobierno.
En su parte enviado al virrey y fechado el 18 de marzo, Hevia informa que el establecimiento de su cuartel general en Córdoba, así como el envío de su segundo al mando, el coronel Santamarina, con una numerosa guarnición para que se estableciera en Coscomatepec, convirtiéndose en ese momento en punto estratégico y centro de actividades realistas. Santamarina alojó a su gente en la derruida casa de la Cofradía de Animas ubicada en la plaza del pueblo, fortificó dicha plaza, hizo colocar una bandera blanca en la torre de la iglesia, y publicó un bando de indulto que se distribuyó por toda la comarca
Ante esta situación, el infatigable cura Amez, refugiado en los montes, sufría la persecución tenaz en batidas constantes que le daban los soldados del teniente del Castilla; sin elementos ya de subsistencia, agobiado por los acontecimientos, hambriento, aniquilado por la fatiga, enfermo, casi solo, copado por las fuerzas del rey, en peligro de caer prisionero y de sufrir los atroces tormentos con que Hevia castigaba a los vencidos, sintió pavor, se quebrantó su férrea voluntad y el 14 de marzo se presentó al coronel Santamarina seguido de varios oficiales del regimiento de dragones de Coscomatepec y de algunos cabecillas de Alpatláhuac y de Calcahualco. Concluía así su vida azarosa de luchador por la independencia de México....
Se le condujo a Córdoba recibiendo los maltratos de Hevia y de allí lo trasladaron a Puebla donde escuchó la amonestación enérgica de don Antonio Joaquín Pérez Martínez, obispo de la Diócesis. Sujeto a ejercicios espirituales, se le puso después en libertad con la prohibición de abandonar la ciudad y quedando suspendido en sus derechos parroquiales de Coscomatepec. Comenzó, para él, una época llena de sufrimientos y de privaciones. Seis meses después, el 17 de septiembre, solicitó autorización del comandante militar para trasladarse a Orizaba; había consumido sus recursos y necesitaba hacerse de fondos en un medio menos hostil para sostener a su numerosa familia. Con anuencia de la Mitra alcanzó esa gracia el 20 del mismo mes, viviendo solamente de los pocos recursos que recibía de sus amigos de Coscomatepec, mientras gestionaba se le devolviera el producto de su beneficio parroquial. Meses más tarde y después de varias gestiones, logró que se le otorgaran $150.00 mensuales; con esa cantidad y algunos trabajos particulares, logró sufragar sus gastos indispensables.
En 1819, cuando la revolución casi se había extinguido, pretendió la feligresía de Coscomatepec que Amez y Arguelles volviera a su Parroquia; en este sentido personas de San Juan le escribieron repetidas veces al sacerdote, y en el mes de noviembre le envió el gobernador de la República de indios, don José Morales, un extenso memorial para que lo entregase a la Mitra o al Excelentísimo señor virrey, si lo juzgaba pertinente. Firmaban ese escrito los gobernadores y alcaldes de naturales de las diversas repúblicas, esto es, la cabecera con sus barrios de Perote, Ixtiuca y Tozongo, y sus anexos, los pueblos de San Salvador Calcahualco y Santa María Magdalena Alpatlahuac y los barrios de San Nicolás y Tozongo el Alto, además los principales de las repúblicas y la mayor parte del vecindario de razón, incluyendo a los españoles. Fundaban esta solicitud en la necesidad de tener un sacerdote empeñado en procurar a sus feligreses. No se sabe si el Cura envió la solicitud; sin embargo, no había mejor párroco para un pueblo tan rebelde y que solo él podría conducir. Entre las personas firmantes de mayor relieve, aparece don José de Esperón que había sido sargento mayor del regimiento de caballería de Coscomatepec organizado por Guadalupe Victoria junto con los jefes de familia Juan de Loyo, Anastasio Gabriel Loyo, Benito Antonio Diz, José Mariano Oropeza, María Ignacia Oropeza, Miguel Caramón, Francisco Márquez, Manuel del Loyo, José María Namorado, Joaquín Loyo, Manuel José Castro, Mariano Rodríguez, José Anastasio Domínguez, José Nogales, Juan del Valle, José Fernández, José Mariano Loyo, José Caramón, José Loyo, Leandro Vargas, Mariano Domínguez, Toribio Domínguez, José Joaquín Arévalo, Ignacio Sánchez, José Manuel Torrejano, José María Vargas, José Nicolás Loyo, Miguel Heredia, Sebastián Loyo, Juan de Santiago, Gerónimo Loyo, José Lorenzo Caramón, Isidro Domínguez, Rafael Páez, Vicente Gómez, Miguel Gómez, José Peralta, Matías Heredia, José Platas, Juan Leal, José Lorenzo Mejía y Vicente Solís.
Con entusiasmo sincero recibió Amez la noticia del Plan de Iguala, y con verdadero beneplácito vio pasar por Orizaba en mayo de 1821 a los hombres de su feligresía adheridos al movimiento, guiados por el chocameco don Félix Luna, de gran prestigio en la comarca.
Consumada la independencia se dio a conocer en el sermón dominical de la parroquia de Coscomatepec, enmedio de un júbilo desbordante, el documento que ordenaba la jura de la Independencia de México, lo que se verificó el segundo domingo de ese mes, en acto solemne presidido por el bachiller. Por disposición del Gobierno Nacional, don Antonio Amez y Argüelles volvió a hacerse cargo de su curato en noviembre de 1821 para dedicar 27 años más de su vida al progreso de su pueblo.
Con visión clara y precisa del futuro, con ideas avanzadas y sentido de la realidad, con pleno conocimiento del medio en que actuaba, guio acertadamente a su feligresía, no concretándose nunca al ejercicio de su ministerio, sino pugnando por el adelanto material y social de San Juan y de sus alrededores, siempre en función de México; su influencia, durante la primera mitad del siglo XIX marcó notoriamente el desenvolvimiento de esa rica porción de Veracruz.
Secundando a don Mariano Román Nolasco, Alcalde Constitucional, se ocupó de la recuperación de Coscomatepec, devastada por la guerra.
Pronto comenzaron a palparse los beneficios de su esfuerzo, entre ellos el de la enseñanza elemental bajo la acertada dirección del presbítero don José Joaquín de Oropeza, nativo de San Juan. Al bachiller se debe en buena parte, el desarrollo de las industrias que han florecido aquí: curtiduría, talabartería, purería, fustería, zapatería, etc., y otros adelantos de índole diversa, tanto en el campo como urbanos.
Alegre, sociable, ingenioso, de amena charla, era el promotor constante de reuniones familiares, de días campestres, y de festejos públicos, tales como corridas de toros, jaripeos, carreras de caballos y demás, cuyos productos dedicaba a diferentes mejoras. Dejó varias obras materiales importantes, entre ellas, varios templos y la más importante fue el largo acueducto así como las fuentes de captación y distribución para dotar de agua potable a la población.
Muestra de su entrega desinteresada fue cuando en 1822 tuvo que informar, a petición de las autoridades departamentales, acerca de los daños que sufriera durante la revolución y cuáles eran las indemnizaciones a las que tenía derecho; él pidió únicamente, la devolución de la multa que el teniente coronel Conti le impusiera en 1813, pues ese dinero en su mayor parte lo recibió en calidad de préstamo para poder satisfacer las exigencias del comandante realista y debía reintegrarlo a varios particulares. Benevolente, siempre tendía la mano al necesitado ayudándolo económicamente, pero disimulaba su caridad facilitando cortas cantidades de dinero a muy largos plazos y con réditos irrisorios.
No fue afecto a lo que no constituía orden y trabajo, repudió siempre los vaivenes de la política y las asonadas militares y cuartelazos que se sucedieron en las primeras décadas consecutivas a la independencia, y así frenaba los ímpetus bélicos de sus feligreses, exaltados de vez en vez por el coronel don Francisco Márquez en los primeros tiempos y después, por el de igual graduación, don Francisco Vargas; ambos, militares inquietos de influencia en toda la comarca, donde ocuparon puestos de categoría, y originarios de Coscomatepec.
Una de las primeras ambiciones que más inquietaron al esforzado sacerdote durante su larga permanencia en Coscomatepec, fue la de dotar a su feligresía de templo parroquial. El fortísimo temblor del 12 de marzo de 1819 y que en menores proporciones se repitiera diariamente hasta el día 3 de mayo, originó graves deteriores al edificio parroquial, obligando a los sacerdotes a oficiar en el cementerio anexo servidos de un altar portátil; el 30 de julio de 1821 se repitió el sismo, quedando el templo a punto de desplomarse y con peligro de arrastrar las casas contiguas como sucediera en 1790; una enorme grieta abríase en la tierra desde la puerta central hasta el altar mayor de la iglesia. Con ese motivo Amez y Argüelles solicitó de la Mitra en agosto de 1822, la autorización y ayuda para demoler las ruinas y reparar provisionalmente el templo antiguo, como lo aconsejara el año anterior a petición de su prelado; esta pequeña iglesia construida a fines del siglo XVIII como consecuencia del derrumbe de la existente, se levantó de mampostería, madera y tejamanil (lo que por la región se nombra de pretil), y fue saqueada e incendiada por los realistas en 1813 y en 1817, sufriendo daños por los temblores habidos en los siguientes años. Posteriormente y en vista de su estado ruinoso, resolvió el cura construir un templo provisional de madera, que bendijo ese mismo año de 1822.
Por la difícil situación económica del pueblo, el bachiller inició al año siguiente, con verdadera penuria, los trabajos para levantar un templo de mampostería, previos estudios hechos enviados de la Mitra, pues informaba a ella, que existía la tradición muy antigua, que en el subsuelo del lugar donde se habían construido ya varios templos, pasa una corriente de agua cuyo murmullo se cree oír en las noches de calma, que a él sólo le constaba que los pozos abiertos en los lugares cercanos, producían líquido en abundancia. Los técnicos no dieron importancia a ese comentario y se levantó el nuevo templo en el mismo sitio que los anteriores; tardó su construcción doce años y sólo duró diez en servicio, pues pronto comenzó a sufrir las consecuencias de las sacudidas telúricas, desplomándose al fin durante los temblores de marzo y abril de 1845.
No se desanimó, por votación general del pueblo, se designó a los señores Francisco Vargas, José María Arévalo, Juan Leal, José de Esperón, Anastasio Domínguez, Francisco Regis Fernández, José María Fernández y Joaquín Domínguez, para que colaboraran con el cura en la edificación de un nuevo templo parroquial; en tanto se desarrollaba la obra, se levantó uno provisional de madera muy bien acabado, en los terrenos que hoy ocupa el palacio municipal; este fue consumido por el fuego años más tarde. Se iniciaron los trabajos para la construcción de un gran templo semejante al de la Compañía de Puebla, pero más suntuoso y amplio. El cura no alcanzó a ver concluida su obra, pues antes le sorprendió la muerte. Casi terminado ese templo y ya en servicio desde 1854, resintió las sacudidas del temblor habido en la madrugada del 4 de octubre de 1864, y se desplomó durante los fortísimos movimientos terrestres de las seis y media de la tarde del 2 de enero de 1866.
Entre otras obras de positivo interés que. el cura legara al pueblo de San Juan, anotamos también la introducción del agua potable, obtenida de los veneros del volcán denominados Nacetlacoapa y que dan origen al riachuelo de Tlacoapa. Esos trabajos, que duraron en su desarrollo largos meses.
Varias son las tradiciones con que cuenta Coscomatepec, pero de entre ellas es de recordarse la relacionada con la introducción del agua. La topografía del lugar, asentado como hemos dicho sobre una colina, da la impresión a la simple vista de que los veneros del Tlacoapa, que se encuentran en el fondo de una barranquilla a varios kilómetros rumbo a la sierra, brotan a un nivel muy inferior al de la población; fue por ello que el vecindario de San Juan dudó que el cura lograse introducir el agua hasta una monumental fuente que para el servicio del pueblo construía en la plaza pública, y se cuenta que un pariente del cura, sobrino quizá, se reía y mofaba de los trabajos del sacerdote, repitiendo en los corrillos de amigos, empeñando en ello su palabra, que se bañaría en la fuente pública cuando el preciado líquido llegara a ella. Corrieron los meses, el pariente del cura, radicado en Puebla, recibió la invitación de éste para asistir a los festejos que se preparaban con motivo de su onomástico, el día de San Antonio. Arribó a San Juan la víspera de la fecha indicada; a la mañana siguiente lo despertó la algazara del vecindario, repiques, cohetes, músicas, el pueblo todo estaba engalanado, todo era bullicio, fiesta, alegría. Inquirió el sobrino el motivo de esa animación inusitada y el cura le informó ante muchos presentes que ese día entraría el agua a la población y, añadió a su sobrino, que como buen Amez tenía que cumplir su palabra. Y refiere la tradición que, con gran regocijo del vecindario, el pariente incrédulo tuvo que bañarse en la fuente de la plaza pública, ese memorable día de San Antonio del año de 1844.
Con alguna frecuencia y por motivos diversos, el bachiller se vio precisado a abandonar temporalmente su Doctrina. En ocasiones para tratarse una vieja dolencia, reliquia de la revolución, que por largos meses lo postraba imposibilitándole para dedicarse al desempeño de su difícil cometido; otras cumpliendo cargos que la Mitra le confería, cargos muy honrosos que denotan su talento y preparación, como los de catedrático de Prosodia y Retórica y Presidente de la Academia interior del Colegio Seminario Palafoxiano de Puebla, que se le asignaron en 1834; o bien, según Autos presentados a la Secretaría de Cámara y Gobierno de su Ilustrísima y por Decreto del mismo, para recibir en 1833 de manos del licenciado don Francisco José Pavón, Pre-vendado de la Santa Catedral de Puebla, Juez Ordinario, Visitador de testamentos, capellanías y obras Pías; Provisor y Vicario General del Obispado, la capellanía y Patronato que con un principal de $3,000.00 y veinticinco misas rezadas al año, instituyera doña Bernarda Rendón y Soto, su tía, conforme a la voluntad póstuma del marido de dicha señora, don Antonio Montes Argüelles, expresada en escritura pública que en 1794 otorgó el escribano don Juan José Palacio; o para ejercer las funciones honorarias y muy honrosas para el bachiller; como apoderado de doña María Guadalupe Argüelles de Daza; o, finalmente, para llevar a cabo su soñado viaje de visita a la Ciudad de Roma.
Con dolor profundo, que revela su patriotismo, vio el sacerdote salir de San Juan, en febrero de 1847, al Escuadrón de caballería de la Guardia Nacional del lugar, que marchaba a Veracruz a combatir al invasor norteamericano, lamentó la pérdida de esa esforzada juventud que él cultivara con esmero, y que en su mayor parte quedó tendida sobre la candente arena de los médanos, al ser aniquilado el Escuadrón durante el avance de una fuerte columna enemiga; otros de esos patriotas consumaron su sacrificio en Cerro Gordo y los menos volvieron al solar nativo, pasado el desastre, para sumarse después a las guerrillas de don Juan Clímaco Rebolledo. Pronosticó el sacerdote todos los males que seguirían desgarrando a nuestra Patria, a la que veía perdida en el caos de sus primeras décadas,
malográndose los nobles esfuerzos de tantos de sus hijos para alcanzar la independencia política; los acontecimientos nacionales que fueron sucediéndose afectaron tan hondamente al anciano, que agravaron sus males físicos.
En septiembre de 1848 se vio precisado a dirigirse a Orizaba, agobiado por su enfermedad; ahí lo sorprendió la muerte en forma repentina a fines del mes de noviembre, a los 71 años de existencia. Sus feligreses, con sensible pena, trasladaron sus restos a la
entonces villa de Coscomatepec, donde, el 1º de diciembre recibió sepultura eclesiástica en la parroquia que él mismo construía.
Tal fue la vida de ese veracruzano distinguido, ejemplo magnífico de grandes virtudes cívicas.
TOMADO DE:
-Domínguez Loyo Miguel. El Bachiller Antonio Amez y Argüelles. 1950.