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Leyenda de la jicarita 

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Antes de que se contaminara el río Tlacuapa sus aguas eran cristalinas y era muy común que las familias fueran de día de campo o que los jovencitos se fueran de pinta a la Balsa de San Juan que se encuentra en el rio Tlacuapa, en la parte que se ubica al final de la prolongación de la calle Matamoros, más delante de donde se encuentra el recinto ferial. De ese lugar surge una leyenda contada por el Profesor Genaro Solís Heredia:

“Se dice que allá por los solares, precisamente en la Balsa de San Juan, que estaba rodeada de maizales, la noche mágica de San Juan Bautista, del 23 al 24 de junio, salía flotando una jicarita que girando daba vuelta y vuelta sobre la balsa, acercándose a veces a la orilla; cuentan que iban a verla, pero si alguien la tocaba ya no podía soltarla, pues la jicarita lo jalaba al interior de los maizales y lo perdía, en cambio al otro día aparecía en el pueblo una joven desconocida, que se decía era la que se había llevado la última vez la jicarita; esto decían, acontecía en la época colonial, hoy,  al paso del progreso, se acabaron los maizales, se secó la balsa y la jicarita no ha vuelto a aparecer, aunque bien puede ser que de pronto surja una vez más y a ver a quién se lleva”.

Tomada del libro:

Solís Genaro. Crónicas y relatos de Coscomatepec. CONACULTA-IVEC. 2013.

 

¿Por qué dice la leyenda que la noche de San Juan es mágica?

 

Esta noche está ligada al solsticio de verano que es el momento en que, para los que habitamos en esta parte del planeta, el sol alcanza su punto más alto en el cielo y por lo tanto, es el día más largo del año. Es por lo que, desde tiempos ancestrales, ha sido considerado como un momento especial para realizar rituales. 

 

Se realizan celebraciones en diversos países, por ejemplo, en Irlanda se hacen carnavales; en Suecia, Inglaterra, Rusia, Brasil, Perú, Argentina y Chile se realizan eventos masivos, a diferencia de España o Francia donde se hacen fogatas en plazas o playas alrededor de las cuales la gente salta y baila o realizan ritos en el mar para atraer la fortuna y el amor. De alguna manera, esta tradición española influyó para que de ahí surgieran leyendas como la de la jicarita debido a que es la noche en que se abren los encantos. 

 

Siendo nuestro pueblo de una tradición más apegada a la religión, la celebración se inclina más a recordar el importante papel del santo patrono de este lugar San Juan Bautista, cuya misión principal fue preparar el camino a su primo Jesús de Nazaret. Entre las costumbres que aún perduran en nuestro pueblo de Coscomatepec se encuentra la de hacer coronitas con diferentes flores del campo o de los corrales de las casas para recordar el martirio de San Juan.

Leyenda del caballo y su jinete 

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Se habla de esta leyenda desde mediados del siglo pasado y se dice que, cuando las noches se tornan oscuras y lluviosas,  a lo lejos se escucha el sonido del caballo misterioso con los cascos de las herraduras flojas, que se oye claramente como se acerca, pero al llegar al cruce de las calles desaparece, y es, después de atravesarlos, que nuevamente se comienza a escuchar, entonces, es cuando, inexplicablemente, un miedo escalofriante invade a quienes lo han escuchado, unos desde sus casas y otros al caminar por las calles, dicen que baja por el camino a San Nicolás Ixtayuca, por la calle Juárez y de ahí recorre toda  la calle Ignacio de la Llave, baja rápidamente la pendiente empinada de la primera cuadra para subir por el Callejón del resbalón y  pasar frente a la plazuela Miguel Hidalgo, baja por la calle Ignacio Allende, da vuelta a la izquierda por la calle Ignacio López Rayón para subir por la calle Nicolas Bravo hasta dar vuelta en la calle Melchor Ocampo,  bajar por la calle Miguel Lerdo y finalmente bajar por la calle real (hoy calle Independencia) o  perderse por el camino que lleva a Los Solares. Parroquianos que se ven obligados a caminar por esas calles a altas horas de la noche, afirman haber visto al caballo cabalgar sin jinete, otros afirman haberlo visto montado por un hombre vestido de chinaco fumando un puro y que a lo lejos se alcanza a ver como chispea; estos últimos, afirman no sentir miedo porque es el mismísimo General Don Nicolás Bravo que, después de muerto, cuida a este pueblo al que tanto quiso. Muchos pobladores de este lugar dicen que mejor evitan salir a altas horas de la noche para evitar ser testigos de esta visión porque, aunque no lo han visto, afirman escuchar el golpe de los cascos del caballo. 

Leyenda del charro negro 

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En muchos de los pueblos de México se cuenta la leyenda del Charro Negro y muchos buscan presumirla como propia, esa donde se dice que es el maligno en busca de victimas y siempre las encuentra en la gente que por su avaricia se pierde a sí misma; sin embargo, la leyenda que a continuación se describe, es diferente:

       Se dice que, en el siglo pasado, en la casa ubicada en la calle Miguel Domingo Reyes, entre Corona y Abasolo, en la casa conocida como el Curato Viejo se aparecía un charro vestido de negro que, de acuerdo con los relatos de la gente de principios del siglo XX, se colocaba en la entrada del portón de la casa para no dejar pasar a las personas que intentaban entrar y con la finalidad de resguardar un tesoro que se encontraba enterrado en ese lugar. Nadie quería vivir en ese lugar, pero un día llegó una familia de otro pueblo y como no sabía lo contado anteriormente, le solicitaron a la dueña les alquilara la vivienda. Ante esa situación, el Charro Negro comenzó a molestarlos y parecía que los inquilinos no le hacían caso. Unos días después, los vecinos se dieron cuenta que la vivienda permanecía cerrada e informaron a la dueña, quien de inmediato ingresó a la casa encontrando una excavación donde se supone estaba enterrado el tesoro. Se dice que desde entonces se dejó de aparecer el Charro Negro en ese lugar y que parte de las personas que habían encontrado el tesoro enfermaron y murieron, quizás porque fueron los primeros en respirar los gases mortales producidos por los metales del tesoro o bien por la maldición del maligno. Los otros integrantes de la familia enfrentaron situaciones trágicas por el resto de sus vidas. Cuentan en el pueblo que el Charro Negro se sigue apareciendo por otros lugares para jugar con la voluntad de personas con ambición por riquezas mal ganadas.

Leyenda del toro prieto 

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En muchos de los pueblos de México se cuenta la leyenda del Charro Negro y muchos buscan presumirla como propia, esa donde se dice que es el maligno en busca de victimas y siempre las encuentra en la gente que por su avaricia se pierde a sí misma; sin embargo, la leyenda que a continuación se describe, es diferente:

       Se dice que, en el siglo pasado, en la casa ubicada en la calle Miguel Domingo Reyes, entre Corona y Abasolo, en la casa conocida como el Curato Viejo se aparecía un charro vestido de negro que, de acuerdo con los relatos de la gente de principios del siglo XX, se colocaba en la entrada del portón de la casa para no dejar pasar a las personas que intentaban entrar y con la finalidad de resguardar un tesoro que se encontraba enterrado en ese lugar. Nadie quería vivir en ese lugar, pero un día llegó una familia de otro pueblo y como no sabía lo contado anteriormente, le solicitaron a la dueña les alquilara la vivienda. Ante esa situación, el Charro Negro comenzó a molestarlos y parecía que los inquilinos no le hacían caso. Unos días después, los vecinos se dieron cuenta que la vivienda permanecía cerrada e informaron a la dueña, quien de inmediato ingresó a la casa encontrando una excavación donde se supone estaba enterrado el tesoro. Se dice que desde entonces se dejó de aparecer el Charro Negro en ese lugar y que parte de las personas que habían encontrado el tesoro enfermaron y murieron, quizás porque fueron los primeros en respirar los gases mortales producidos por los metales del tesoro o bien por la maldición del maligno. Los otros integrantes de la familia enfrentaron situaciones trágicas por el resto de sus vidas. Cuentan en el pueblo que el Charro Negro se sigue apareciendo por otros lugares para jugar con la voluntad de personas con ambición por riquezas mal ganadas.

Leyenda de la cueva del encanto 

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“Otra de las leyendas de la ciudad, nos dice que, en la barranca del Jamapa, a un costado del puente, con dirección a Huatusco, donde se encuentra la imagen de la virgen, era un lugar encantado o “encanto”. 

Sucedió que un grupo de amigos, en vísperas del día de San Juan, fue a nadar; mientras algunos se divertían río arriba, uno de ellos recorría la orilla del Jamapa, en eso, vio un extraño destello en la pared rocosa, escaló como pudo el muro y encontró una cueva a la que pudo introducirse. Una vez adentro, se admiró de ver una cantidad de oro y joyas como nunca la había visto. Mientras se maravillaba por todos los objetos y monedas incontables, escuchó una escalofriante voz decirle. “Puedes tomar todo lo que quieras, tendrás unos minutos, pero si no sales, te quedarás aquí hasta que alguien más encuentre la entrada”. Esa voz era la del maligno engañándolo.

El ambicioso personaje comenzó a llenar su morral, las bolsas de sus pantalones y hasta su sombrero de paja con todo lo que podía, pero su codicia era tanta que sin percatarse se le terminó el tiempo y estando a punto de salir de la cueva, no pudo llegar a la entrada quedándose encerrado. Jamás volvieron a saber de el en Coscomatepec.

Se cuenta que muchos años después, otra vez en vísperas del dia de San Juan, alguien de nuevo vio en el lugar ese raro destello, escaló el muro y a la entrada de esa cueva se impresionó de encontrar a un hombre viejo, sucio y con sus ropas roídas, quien le preguntó por sus amigos. El joven no supo contestar nada, mientras el anciano salía de la cueva despavorido, dando entrada al nuevo curioso, del quien también se perdió el rastro.

Según anécdotas, el anciano decía que pasó cincuenta años en esa cueva hasta que alguien más la encontró, pero que nunca sintió el tiempo. Si acaso un parpadeo después de que se cerrara y se volviera a abrir, pero ya habría consumido casi toda su vida. Para que esto no volviera a pasar, el infortunado mandó a poner una imagen sagrada y a bendecir el lugar encantado para que el maligno no volviera a quitarle los años de vida a nadie por ambición.

Muchos años después y mientras se construía el camino actual que lleva a Huatusco, y quitando las hiervas del lugar para extraer la piedra, un obrero encontró el lugar y una imagen sagrada de la cual no se sabe su paradero. Comprendiendo que se trataba de algo sagrado y con ayuda de más trabajadores, colocaron la imagen de la virgen que se observa actualmente en la barranca de Jamapa”.

 

Contada por: Humberto Luna.

Tomado de: 

"Las leyendas del lugar de piedras". Humberto Luna.

Facebook: Coscomatepec de Bravo Veracruz. Publicado el 23 de junio de 2022.

Leyenda de Quetzalcòatl 
(El Poyautecatl toma el nombre de Citlaltepetl)

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Ce Acatl Topitzin Quetzalcoatl, el hombre blanco y barbado, con su sabiduría y conocimientos, arribó a Tollán (Tula)para llevar al pueblo tolteca a alcanzar gran desarrollo y así convertirlo en un imperio. Al final, decepcionado por la traición sufrida a manos de los toltecas, a quienes tanto había apoyado y que, por medio de engaños, lo embriagaron y lo hicieron que perdiera su celibato; avergonzado y desilusionado decide abandonar la gran Tollan se dirigirse hacia el Oriente para llegar a Tlapala, cerca de Totutla (lugar de donde habían salido sus antecesores para fundar Tula). Dicen que en su triste peregrinar venía dejando, en las piedras, las huellas de sus pies descalzos. Mas adelante, llegó hasta Cuezcomatepetl en busca de refugio para él y su tribu y donde gracias al clima y sus tierras fértiles, con el tiempo llegó a convertirse en un lugar donde reinó la prosperidad. 

      Ya cansado y triste por la destrucción de los pueblos y su cultura producto de las invasiones chichimecas, se dirigió al cerro de Tlalchinotépetl (cerro quemado), afligido se sentó en una piedra, miro hacia Tula y lloró tristemente para finalmente dirigirse a las playas de Chalchihuecan donde construyó una pira, le prendió fuego y se inmoló. 

     Se dice que cuando su cuerpo ardía, de sus cenizas surgieron hermosas aves que, entonando sus cantos, se elevaron al cielo; y cuando las cenizas se extinguieron, entonces se elevó su corazón en medio de luces de colores, como el ave de quetzal, convirtiéndose en estrella y yendo a posarse en lo alto del Volcán Poyautecatl (señor que resplandece o brilla a la hora del crepúsculo), para desde entonces tomar el nombre de Citlaltepetl (Cerro de la Estrella). Quetzalcóatl, ahora como el planeta Venus (Tlahuixcalpantlecutli”), el lucero de la mañana, que diariamente aparece en el oriente para descender en el firmamento y posarse al lado del Volcán; un vigía permanente de estas tierras quien en las tardes despejadas nos regala el bello espectáculo de brillar al lado del volcán a medida que se va extinguiendo su brillante resplandor ante la puesta del sol. 

 

Quetzalcoatl: Serpiente emplumada

Ce Acatl Topitzin: Uno, carrizo, nuestro hombre noble.

Leyenda de la fundación de Tetlalpan
 

Una leyenda sob 3778ecf9-3c28-46b8-90ad-629d72d5ef1b.png

Una leyenda sobre nuestro origen dice que cuando llegaron a estas tierras los teochichimecas, agrupados en cacicazgos, uno de ellos, el distinguido Cuauhtochco. Animados por el dios Camaxtli, quien al hacerles saber: “Adelante habéis de pasar y no es aquí aún donde ha de amanecer y hacer sol y resplandecer con sus propios y refulgentes rayos” (Muñoz, 1892. P. 34), abandonaron Poyautlán, a orillas del Lago de Texcoco para dirigirse hacia el oriente y posiblemente se desprendieron de las tribus tlaxcaltecas para establecerse finalmente en el lugar llamado Tetlalpan (Que significa: sobre tierras pedregosas). Sin duda se establecieron en este lugar porque además se sintieron atraídos por el majestuoso volcán al que le pusieron el nombre de Poyautecatl en honor al lugar de donde provenían y cuyo resplandor se aprecia, como se los predijo el dios Camaxtli, en la hora del crepúsculo. 

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